Diario de Ibiza

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Miguel Ángel González

Desde la marina

Miguel Ángel González

Ibiza se despereza

Ibiza se reinventa, coge fuelle, no se resigna al declive que, antes o después, tiene todo destino turístico maduro. Parece que empresarios, gestores turísticos -y las administraciones, en menor medida-, han visto que el monocultivo de la fiesta nos limita y nos aletarga para buscar nuevas oportunidades, nuevos mercados. Sin renunciar a lo que ya tenemos, necesitamos más calidad en la oferta, diversificarla y disponer de alternativas atractivas y viables. Hay discretos indicios de que estamos en ello, de que la isla despierta. Las instalaciones hoteleras mejoran y crecen los 5 estrellas, el turismo rural se consolida y empezamos a disponer de una red de equipamientos –Palau de Congresos de Santa Eulària, Centro Cultural de Jesús, auditorios de Cas Serres y des Caló de s’Oli, Club Diario de Ibiza, Can Ventosa, etc-, que permiten activar toda una serie de iniciativas, conferencias, simposios, exposiciones, recitales, teatro, etc.

La experiencia de estos últimos años confirma que nuestra oferta no tiene por qué limitarse a la fiesta. La isla empieza a ser un referente para el turismo de congresos y eventos deportivos de primer nivel –maratón, triatlón, carreras de coches, motos, cicloturismo, marnatón en aguas abiertas, ruta de la sal, golf, etc-, pero también de música, moda, gastronomía o iniciativas como ‘Ibiza Lifght Festival’, que suma cultura, arte y tecnología. La insularidad ha dejado de ser un inconveniente y pasa a ser un incentivo. Juega a nuestro favor el imaginario que convierte las islas en ‘otro lugar’. La isla conlleva una percepción de ‘viaje’ que no proporciona la carretera. Saltar a la isla tiene un atractivo añadido. Y más, cuando la sola palabra de ‘Ibiza’ vende. Hace unos días, un personaje viajado como es Ferran Adrià comentaba que Ibiza es única en muchos sentidos. Pero volvamos a las alternativas de nuestra oferta, que ahora conviene consolidar y normalizar. Si lo conseguimos, habremos roto en buena medida la dictadura de la estacionalidad que nos limitaba. Esta es una visión optimista legítima, pero puede quedarse en espejismo si no solucionamos la larga lista de carencias, despropósitos y puntos negros que tiene la isla.

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