Diario de Ibiza

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valentin villagrasa

Desde la Mola

Valentín Villagrasa

Puente al exterior

El puente de la Purísima ha coincidido este año (II del Covid) con una semana de fiesta en los coles de Formentera con eso de la festividad de Sant Francesc en viernes. Nuestros niños/as, chicos/as, dejaron las clases el jueves y no volverán hasta mañana o para algunos hasta el próximo lunes (los menos, pero habelos haylos). Lo que ha propiciado una huida masiva de la isla coincidiendo con el inicio de la campaña de Navidad. Me decía un testimonio autorizado que el barco de Denia del viernes iba hasta las trancas y luego el éxodo por goteo de quienes lo han pospuesto uno o dos días. Lo malo de esto es que los visitantes de «invierno en Formentera ¿cómo es?» no se han animado a venir, ni siquiera los que tienen casa y los que lo han hecho no han salido de ella. Hasta el que suscribe ha aprovechado el domingo para acercarse a Barcelona en un ir y venir en 24 horas por aquello de no perder una cita anual de amigos. Allí, como en Madrid y otras ciudades el centro comercial estaba saturado de paseantes, compradores de primera hora para Navidad (las tiendas y grandes superficies estaban abiertos) y turistas en aquello que solía decirse ‘la comarca nos visita’ o lo que es lo mismo al rural se desplaza hasta la urbe. Mientras los urbanitas se han marchado en masa hasta las pistas de esquí, cercanas o lejanas (aprovechando las nieves de última hora). En casi todas ellas hemos visto el cartel de ‘completo’ y en los alrededores encontrar una habitación era una aventura sin final feliz. Aprovechar estas fechas para que muchos de los de aquí se vayan a disfrutar de la nieve o de temperaturas más primaverales se ha convertido en un uso y disfrute de final de temporada antes de pasar las Navidades en un ‘cada mochuelo a su olivo’ y regresen para la reunión familiar que pese a las modernidades sigue manteniendo un regusto tradicional de un final con turrón de Jijona. Algunos hasta nos han saludado vía Facebook o Instagram desde las Canarias, disfrutando de sol, piscina, mar y algún ágape contrario a los principios nutricionales del médico de cabecera. Todo sea por aquello del descanso del guerrero, bien merecido después de tanto sacrificio de un verano al completo de trabajo, de estrés, pero rico en satisfacciones por la cantidad de turistas que nos han visitado y por los buenos réditos en la cuenta de resultados. Hacienda, sin duda, les agradecerá su contribución a los presupuestos del Estado.

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