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Javier Cuervo

Llamar la atención

«Desde 2008 se han registrado 379 muertes por hacer un selfi, un espectáculo minimalista. Desde este año hay un muerto por semana»

A Tor Eckhoff le gustaba el vodka con hielo. Separado, ni removido ni agitado. El youtuber, conocido como Apitor, iba a un lago helado de Kongsberg, ponía cámaras a grabar, se quedaba en bañador, bebía vodka a morro y se lanzaba al agua. Murió en una de esas. La noticia se ofrece relacionada con las de otros dos youtubers muertos, jóvenes. Todavía no hay jubilados de youtuber, pero sí algunos muertos en accidente laboral.

La muerte está en la naturaleza del espectáculo. En un espectáculo te la juegas, de muchas maneras o en algún sentido. Si hay poco aporte intelectual, el espectáculo ha de tener gran aporte físico, sea en el deporte, en la danza, en la pornografía, en el funambulismo... Cuando más mudo es un espectáculo más se relaciona con el riesgo. En el circo, el jefe de pista anunciaba a voces y con superlativos el cuádruple salto mortal sin red y los trapecistas lo ejecutaban en silencio porque “peligra la vida del artista”. Los artistas circenses se preparaban a conciencia para que su espectáculo sin red no fuera mortal y eso no pasa tanto en el espectáculo con redes sociales.

Desde 2008 se han registrado 379 muertes por hacer un selfi, un espectáculo minimalista. Desde este año hay un muerto por semana. En muchos selfis la vanidad es fuerte, pero no tiene tanta fuerza como la gravedad de esas personas que se empeñan y se despeñan por una foto, egos que desafían al vértigo, desequilibrados que pierden el equilibrio porque, presos de subir algo a Instagram, bajan un acantilado en caída libre.

En los tebeos de Bruguera había chistes de náufragos, de cáscara de plátano, de esquimales pescadores en un redondel y de yernos que fotografiaban a su suegra al borde un precipicio y decían: «un pasito más atrás, Doña Rigoberta». La foto mejor siempre está un pasito más atrás, creen ahora estos yernos de sí mismos que caen en el cuñadismo de llamar la atención a toda costa. Es la búsqueda primaria de la atención del chiste del niño de la bicicleta: ¡mira, mamá, sin manos! ¡Mira, mamá, sin piernas! ¡Mira, mamá sin dientes!

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