Medio kilómetro escaso de carril bici a ninguna parte. El nuevo monumento a la chapuza está en Ibiza, en la variante de Jesús. Si eres ciclista, ni te acerques a él. No podrás ni entrar ni salir sobre dos ruedas. En realidad, y dado que un quitamiedos bloquea su entrada y su salida, solo un saltito con la bici al hombro permite acceder a él. Y total para qué, a menos que seas tan poco deportista como yo. Montas, recorres los 450 metros, te bajas, das otro botecito y te vas a la cafetería más cercana para recuperarte del esfuerzo. Porque si eres un fan de la bici de los de verdad, de los que se traga el Tour cada verano sin dormirse, de los que coleccionaba cromos de Perico Delgado, de los que circula los domingos equipado de pies a cabeza como un profesional, desengáñate, ese carril absurdo no es para ti. Ni para nadie. Lo más triste es que hasta el conseller de Contracturas, digo Infraestructuras, Viarias, Mariano Juan, reconoce que ha sido «un error de ejecución» de la constructora, que deberá subsanarse. ¿De verdad nadie se dio cuenta de semejante engendro? ¿Quién supervisó esas obras, Pepe Gotera? Más que un fallo de ejecución, ese engendro pintado de carril bici bien merecería ejecutar (con cariño lo digo) a alguno de sus responsables. Qué bochorno.
