Diario de Ibiza

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Miguel Ángel González

desde la marina

Miguel Ángel González

Un museo del mar minimizado

La apuesta que las instituciones insulares hacen por la cultura sigue siendo de una timidez timorata. Infravaloramos lo que tenemos y nos conformamos con lo que, sin hacer nada, la naturaleza nos ha regalado, una climatología bonancible, paisajes prodigiosos, bosques casi exagerados, un formidable rosario de playas y una mar de aguas espectaculares. A partir de aquí, siendo tan sobrado el atractivo que por sí misma tiene la isla, parece que nos conformamos y nos decimos aquello de ¿para qué más?, ¿qué necesidad tenemos de esforzarnos? Me pregunto si no nos equivocamos. Uno diría que lo mínimo que deberíamos hacer es añadir a las bondades naturales de la isla el enorme legado que nos han dejado casi tres milenios de habitación. El comentario viene a cuento cuando parece que quiere levar anclas el Museo del Mar que, por lo que sabemos, tendrá que ser una muestra minimizada.

Me consta que el proyecto de crear un Museo del Mar tuvo en su momento valedores sobradamente preparados, investigadores, historiadores, incluso arquitectos, que eran, como correspondía, más ambiciosos en la propuesta que se quería sacar adelante. Una iniciativa que, incomprensiblemente, se perdió en los despachos. Bien está que ahora se haga lo que pueda hacerse, pero reviento si no digo que hacemos las cosas a medias y que nos quedamos a medio camino. Con ello, pierde la isla y perdemos todos.

Durante muchísimos años hemos dejado que el tiempo devorara un buen número de piezas que hoy son irrecuperables. Y a nadie se le escapa que, a pesar de su buena ubicación, el antiguo edificio de Sanidad Exterior se queda muy por debajo de lo que se debería ofrecer, un defecto que no se soluciona con la pretendida exposición de algunas embarcaciones en el codo del puerto, junto al Muro.

Ibiza, una isla con una historia marítima de casi tres mil años de recorrido merece planteamientos más ambiciosos.

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