El debate de Política General celebrado el martes y el miércoles en el Parlament balear ha cumplido con lo que era previsible: tanto la presidenta del Govern, Francina Armengol, como los portavoces de los grupos parlamentarios han aprovechado la tribuna para, la primera, ensalzar su acción de gobierno sin apenas autocrítica y, los segundos, para reforzar sus posicionamientos políticos, bien de oposición acérrima al gobierno, bien de apoyo. La carrera electoral ha empezado y se nota, pues no hay concesiones con el adversario. Armengol pronunció un discurso triunfalista en el que se atribuyó los méritos de unos buenos resultados económicos, gracias a la reactivación de la industria turística, sin tener en cuenta los factores externos, decisivos, como las restricciones de los principales países emisores a sus ciudadanos a la hora de viajar, que de la misma manera que este verano han favorecido el turismo en Balears, el año pasado lo hundieron. Ha sido fundamental que Reino Unido haya mantenido a las islas en el semáforo ámbar y haya dejado viajar sin trabas a las personas vacunadas, así como que Alemania se limitara a desaconsejar los viajes a Balears por la alta incidencia del coronavirus, en lugar de prohibir los desplazamientos o dificultarlos con otras limitaciones. Ahí están las verdaderas razones de la buena campaña turística.

El avance de la vacunación masiva, tanto en España como en Europa, ha sido clave para que la temporada se desarrollara con éxito, más incluso del previsto. La visión triunfalista de la presidenta sobre sus logros al frente del Govern tampoco tuvo en cuenta que la última ola del covid en Balears ha sido muy virulenta, con unas escaladas de casos muy pronunciadas y rápidas que han vuelto a poner al sistema sanitario en una situación comprometida y han obligado a mantener restricciones hasta hace unos días.

El discurso de la presidenta eludió entrar en concreciones, salvo el anuncio del gran proyecto de tranvía entre Palma, el aeropuerto y el hospital de Son Espases, cuya primera fase recibirá 250 millones procedentes de los fondos europeos. Un anuncio que contrasta con la lamentable situación del transporte público en Ibiza (responsabilidad del Consell pero escandalosamente infrafinanciado por el Govern desde que se traspasó la competencia), que arrastra desde siempre grandes carencias.

Armengol apenas citó a Ibiza y Formentera en su discurso, y las pocas veces que habló de las Pitiusas lo hizo de pasada y sin entrar en detalles, como suele ser habitual, por otra parte, en estos discursos. Pero la presidenta sí se detuvo en otro gran anuncio: el plan de choque para reducir las listas de espera en la sanidad pública, que se han disparado debido a la emergencia sanitaria provocada por la pandemia, y que en las Pitiusas se sitúan en niveles muy preocupantes, por el impacto que tiene esta espera sobre la salud de cientos de residentes que aguardan desde hace meses pruebas diagnósticas, citas con los especialistas o alguna operación quirúrgica. Es urgente que este plan se ponga en marcha cuanto antes.

Menos eco ha logrado otro mensaje de la presidenta con mucha trascendencia para las Pitiusas: la necesidad de que el Gobierno central regule el precio disparatado de los alquileres en ciertas zonas o permita al Govern balear hacerlo.

En cualquier caso, para lo que sí sirvió el debate fue para marcar un punto de inflexión en la evolución de la pandemia y en las prioridades de la acción política: como remarcó la presidenta, ya estamos en la senda para recuperar la normalidad. Y, viniendo de donde venimos, esta simple constatación ya es una esperanzadora noticia.