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Miguel Ángel Riera

A por la tercera

Dos temas me rondan en la cabeza a la hora de escribir estas líneas. Una el ritmo de vacunación. Vamos a por la tercera dosis. No es que en principio me parezca mal. Si hay colectivos que se pueden sentir más tranquilos y asegurar su inmunidad con una tercera dosis habrá que hacerlo. Pero me crea una cierta preocupación y una reflexión profunda. Y es que se cumple lo anunciado por Manos Unidas hace tiempo respecto al hambre en el mundo.

Manos Unidas no se cansa de recordarnos que mientras un veinte por cierto de la población mundial consume el ochenta por ciento de los recursos naturales, el resto, el ochenta por ciento de la población solo puede tener acceso al veinte por ciento de estos recursos que generan. Para hacerlo más comprensible, que de cada diez personas, dos se comen la mayoría de los recursos que tendrían que ser para los diez mientras que los otro ocho se quedan tan solo con las migajas.

Y ahora resulta que con las vacunas pasa lo mismo. Mientras un veinte por ciento de la población mundial ya han recibido las dos vacunas, el ochenta por ciento todavía no han recibido ninguna pauta o a lo mejor solo una. Pero nosotros, los privilegiados, ya podemos tener una tercera dosis.

El Papa Francisco ya ha hecho un llamamiento a los dirigentes de las naciones para que la vacunación sea para todos. Vacunas para todos. La inmunidad se alcanzará cuando la mayoría de la población esté vacunada, no cuando unos pocos estén con muchas vacunas. Con la movilidad que caracteriza nuestra sociedad necesitamos vacunas para todos.

Por el bien de los más débiles y enfermos de todos los países, también los más desfavorecidos, necesitamos que las medicinas lleguen a todos, como también el de la comida, el derecho a la educación y al de una vivienda digna.

El otro tema que me preocupa, y que abordo brevemente, ¿Qué ofrecemos a nuestros jóvenes? Leyendo la entrevista a Rosa Cobo de las Aulas Feminista del día de ayer, me alarma cuando afirman que la pornografía y la prostitución son una auténtica celebración de la violencia sexual.

Problemáticas de difícil solución cuando están generando beneficios económicos para unos pocos a costa de la destrucción de personas, especialmente de los más jóvenes y de los más débiles.

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