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Martínez-Fortún

La entrevista

«La entrevista al inicio del curso político forma parte de una

estrategia desesperada ante su celérica pérdida de credibilidad»

El presidente ha vuelto a hacerlo y, en lugar de ir al Congreso a responder ante los representantes de los españoles, ha llevado a su casa a la tele que pagamos todos y le ha contestado al esforzado Franganillo lo que ha querido. Sin duda es exagerado comparar a Sánchez con Maduro y su Aló presidente, pues el primero suele ser más breve, no va en chándal y es agradable de contemplar. En mi opinión, que es solo una opinión, nuestro político, con su imagen de galán atractivo al que no le falta ni la altura y corpulencia justa ni la mata de pelo adecuada, adornada ahora con un elegante mechón canoso, ni las facciones casi perfectas que siempre son más atractivas que un mostacho erizado, sin embargo, no consigue conectar porque le falta naturalidad y, sobre todo, porque despierta la sospecha de que necesita desesperadamente utilizar su imagen, mostrársenos una y otra vez como el hombre guapo que es. Luego ya, lo que diga, que es lo que él quería ir a decir y no a resolver inquietudes o responder de sus actos, eso ya es otro cantar.

Una puede equivocarse, pero se malicia que la entrevista al inicio del curso político forma parte de una estrategia algo urgente, interesada o desesperada ante su celérica pérdida de credibilidad. Y, nervioso, encima se le ocurre hacerse el bueno y ensalzar con retórica jeremíaca su bondad extrema por habernos vacunados a todos, tirios y troyanos, aunque no le rindamos pleitesía. Por Dios, como si las vacunas fueran suyas, él una dama de la caridad y la vacunación una opción discrecional y no una obligación de su cargo.

La imprudencia además de adelantar su pretensión de confiscar ganancias de las eléctricas, medida de dudosa legalidad, complicada ejecución y clarísimo populismo -siempre hay un malo oficial al que culpar y ya se preparan manifas contra ellas, que no contra el poder político que ha consentido este dislate- ya ha provocado sus primeras consecuencias en la Bolsa. Que si hay que darle al Ibex pues se le da.

El amable lector juzgará si el personaje está defendiendo los intereses generales o tal vez no.

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