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Javier Cuervo

Hambre en lonchas

«Ya no hay ciudadanos pobres sino consumidores vulnerables a los que hay que ayudar para que gasten»

Desde que el mundo no se ve como una lucha entre ricos y pobres sólo hablamos de ricos que quieren ir a Marte y vivir 150 años. El orden preferible sería que se fueran a Marte y acabaran enterrados (¿enmartados?) allí. Marte como planeta resort para ancianos milmillonarios no es una hipótesis de ciencia-ficción porque lo mejor del género se escribió durante la guerra fría, cuando la distopía neoliberal era inimaginable. Literatura de anticipación, sí; pero no tanto.

Con los milmillonarios en Marte comprobaríamos que cuantos menos ricos haya en la Tierra, menos pobres habrá en el planeta. Hay mucha propaganda para separar el número creciente de ricos del aumento de pobres y en despreciar los impuestos como mecanismo contra las desigualdades. Ya no hay ciudadanos pobres sino consumidores vulnerables a los que hay que ayudar para que gasten.

La pobreza aumenta mientras estamos muy preocupados por persona sanas que dicen que las están matando, por las dilemáticas ampliaciones de aeropuertos y por las relaciones entre vicepresidentas del gobierno. Dicen que pronto habrá 10 millones de españoles pobres, uno de cada cuatro. A falta de una política central, se dan soluciones parciales: la pobreza en lonchas se mastica mejor.

Hay pobreza habitacional que nos retrotrae a mediados del XX, cuando el espacio no era una casa sino un cuarto. Hay pobreza energética que es pasar frío como en los años del sabañón. La pobreza infantil afecta a 2,3 millones de niños y los comedores escolares evitan el hambre en el crecimiento pero no que una presidenta desalmada sirva comida basura a escolares. De la pobreza senil, que tiene otras necesidades sin cubrir, ni hablamos. La última pobreza que he oído nombrar es la menstrual -que no negaré- y que se quiere paliar con dispensación gratuita de compresas y tampones. El término abre a nombrar una pobreza en cada carencia y necesidad, de las muchas que son propias de la pobreza y que se repararían mejor sin tanta parcela y con más política general.

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