Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Miguel Ángel Riera

Es vedrà y es caló

Es Vedrà y es Caló se ven unidos por un mismo patrón, San Agustín. Ayer celebraron su día grande, su día de fiesta. Una fiesta que nos recuerda nuestras raíces, nuestra cultura, que trae a la memoria a nuestros mayores que nos han transmitido un respeto tanta al entorno en el que vivimos como a las personas que allí habitan y que deberían respetar los que nos visitan. Fiesta en el más profundo sentido de su esencia. Fiesta que reúne a personas que quieren festejar y reunirse para romper la monotonía de cada día. Fiesta que nos facilita la relación con los nuestros. Que nos facilita el encontrarnos con nosotros mismos. Fiesta que nos recuerda quiénes somos. No una fiesta que nos evade de nuestra realidad sino que nos enfrenta con ella para poder encontrar un sentido a todo lo que hacemos.

La fiesta que nos recuerda que todos somos iguales, que todos podemos festejar; en la fiesta nadie está solo. A pesar de esta difícil situación, la fiesta nos recuerda la compañía, la amistad, la fraternidad entre todos los habitantes de un lugar determinado, sea es Puig des Vedrà, sea es Caló. Saber desconectar de la rutina, salir del estrés y el ritmo frenético que no permiten disfrutar de lo que verdaderamente importa, forma parte de la fiesta. Hay una conexión muy importante entre la fiesta y la naturaleza, dejar limpio nuestro entorno cuando acaba la fiesta, respetar el lugar como tierra sagrada que nos acoge para poder encontrar un lugar de paz para festejar a nuestro patrón en este día, San Agustín.

La fiesta, que caracteriza a nuestros pueblos es la que nos ayuda a conectar lo más intimo de cada uno de nosotros para descubrir lo que necesitamos y hacia donde vamos. Cuando la fiesta nos evade tanto que perdemos el Norte realmente no se puede definir como fiesta. Sería más bien desmadre que rompe toda armonía, con nosotros mismos, con nuestros hermanos y con nuestro entorno.

No perdamos pues el Norte en nuestros pueblos, ofreciendo a nuestros vecinos todo aquello que nos permite reconocer nuestro entorno y nuestra cultura, nuestras raíces. Las fiestas que nos caracterizan como pueblo, no son un negocio más. Son una muestra de generosidad de unos vecinos hacia otros que ofrecen su tiempo y sus ganas de unir a todos entorno un escenario, a una mesa, a una celebración Eucarística que nos permite expresar lo que somos y lo que queremos, de dónde venimos y adónde vamos. Gracias a todos los que trabajáis año tras año para hacer realidad nuestras fiestas.

Compartir el artículo

stats