Diario de Ibiza

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Lucía Perán Alcázar

Siempre será menos

En la cola de la farmacia, en el gimnasio, dentro de la verdulería, en la tienda de música, al salir de clase, en la fachada del convento, fuera en la terraza del bar, en la gasolinera, subiendo al castillo de la Asomada, bajando de la Peñarrubia, dentro de casa, por teléfono, tras la persiana, tomando el sol, dentro de la orilla y bajo el toldo… Todos hablan de lo mismo: la ola de calor, y la siento. No hay quien no se haya hecho eco de la que denominan la primera del año y no saben ustedes las que llevo sufridas en lo que llevamos de año. ¡Imposible contarlas! Si mis olas de calor hubiesen tenido tal repercusión habrían sido menos olas y más calma, seguro. El caso es que andamos con doble dolor de cuello. Por un lado, tenemos la cabeza al frente esperando la llegada de litros de sudor que nos trasvasan la frente, y por otro, por las noches, cabeza arriba buscando estrellas fugaces. Así nos entretenemos estos días, sin contar los movimientos de brazos que han ejercitado los que tienen sus coches aparcados en la calle y los han frotado eliminando el barrizal. Agosto, bien merece una oda.

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