Hoy me ha despertado un taladro. Bueno, mejor dicho, ya estaba despierta pero remoloneando. El penetrador ruido no me ha hecho moverme, tampoco los zambombazos de la maza y sí los gritos despavoridos de los vecinos. A nadie le ha venido bien la hora de inicio del trabajo. Han ido, uno por uno, bajando a pie de obra y mostrando todo un catálogo de mejores horarios para el inicio de tirar una pared de bloques de cemento. Unos, otros, los de cerca… opinadores. ¡Me encanta! Yo asomada al balcón. En silencio y observando. Me tenía que ir, y ducharme, y desayunar, pero todo ha pasado a un segundo plano, porque no podía dejar de observar. No pasa nada, he salido ganado… La movida me ha dado vida; como protagonistas, un taladro, una pared derribada y una mañana al servicio de las cabañuelas.
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