Diario de Ibiza

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José María de Loma

Paraísos cercanos

El calor entra por la ventana. Por dónde si no. Entra e invade el ánimo, destroza las energías, anula los afanes. Los periódicos vienen anoréxicos, las tertulias magrean serpientes de verano adormecidas y la imaginación produce imágenes de cómo será el cercano tiempo de vacaciones. El verano es lo contrario de la inspiración: llega pero tiene que pillarte no trabajando. Hay pocas ganas de casi nada y hasta da calor encender el ordenador. Este puede ser el verano de nuestra vida, pero hay que darse prisa que agosto vuela y ya están los cenizos hablando de la vuelta al cole. Y de medusas. He visto un anuncio de lotería de Navidad. Ya es agosto en Instagram. El verano siempre nos alcanza haciendo planes para el verano.

El biorritmo cansino, acalorado de día entre semana, cambia cuando alguien propone probar un nuevo chiringuito, viajar a un paraíso cercano, gastar los días quemando rueda, echar el cuerpo en un buen hotel donde antes de la cena te lleven un gimlet a la hamaca. Se está perdiendo la palabra tumbona. Cerrado por variaciones. La cama tiene celos de la hamaca, que en verano le roba la función y la siesta. De entre las frases más bellas del idioma: «cancelación gratuita». El gran hándicap de los solitarios es que el arroz con bogavante siempre es para dos. Si consigue que se lo pongan para él solo ha de pedir el bogavante sin trocear, así le hace compañía. Tu vida es un invierno si nadie alaba tu color. Cuando relatamos nuestras vacaciones nos convertimos en narradores de ficción. Al apagón informativo contribuye el precio de la luz. El surfero con experiencia tiene más tablas. No es cierto que en Cádiz haya Tarifa plana. Hay quien ha pasado de Tokio olímpicamente.

Pronto no habrá ni siquiera noticias de Messi. En Messi y repicando. Antaño, el gran inconveniente de la vida era que se fuera el verano. Ahora hay dos: ese y un virus. Que parece que también entra por la ventana. E invade el ánimo, destroza energía, anula los afanes.

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