Diario de Ibiza

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David Ventura

Mansión grande, ande o no ande

Conduciendo de Cala Molí hasta Cala Vedella, estuvo a punto de provocarme un desprendimiento de retina un mamotreto, una mansión de (se supone) estilo ‘moderno’ -formas geométricas, blanca- y tamaño monstruoso que se levanta junto al acantilado. Las dimensiones eran demenciales, casi mayor ella sola que toda la promoción vecina, una docena de casas de los años setenta. Más adelante me encontré otra, escala también XXL, king size, bigger than life. Los nuevos ultra millonarios lo quieren todo grande. Lo grande impresiona, anonada, demuestra quién manda aquí y deja boquiabiertas a las escorts, que en seguida captan que aquí se maneja panoja. Si dicen que los coches grandes y ruidosos delatan siempre a un conductor acomplejado con el tamaño de su pene, no quiero ni imaginarme el desempeño genital de quien encarga estos adefesios. Realmente, la crisis de los cuarenta causa estragos. A los oficinistas les da por hacerse runners, Jeff Bezos -que además es calvo, ojo- construye un cohete con forma fálica para estar diez minutos en el espacio, y a estos sátrapas de andar por casa les da por manchar nuestro paisaje con estas megalomaníacas eyaculaciones de cemento (con la complicidad de los arquitectos, claro está), monolitos a la masculinidad frágil del narcocapitalismo tardío.

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