Diario de Ibiza

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José Miguel L. Romero

El turismo degrada ses Salines

El Govern balear tiene pavor a tomar medidas drásticas de protección ambiental. En vez de atajar los problemas a tiempo (véase el caso de las culebras, a las que aún se abre de par en par las puertas en Ibiza) y de parar los pies a los grupos de presión que se benefician de la destrucción de nuestros parajes naturales, pone parches ridículos.

Lo que sucede en el Parque Natural de ses Salines es un claro ejemplo. La abnegada labor de los agentes de Medio Ambiente, que defienden ese entorno con coraje, no basta para detener su degradación. No sólo son pocos los encomendados a esas tareas, es que difícilmente pueden hacer frente al aluvión de turistas que allí llegan. Es escandaloso lo que sucede en s’Espalmador, convertido en un lugar de fondeo anárquico.

La mayoría de quienes navegan hasta allí se pasan las regulaciones por el forro: pese a que hay infinidad de carteles, siguen desembarcando en el islote de sa Torreta, poniendo así en peligro a las aves que anidan. Quienes vigilan la zona no dan abasto: en cuanto expulsan de allí a unos, desembarcan otros.

Lo mismo sucede con quienes fondean sobre posidonia: echan a unos, anclan otros. Es una tomadura de pelo.

La solución no es colocar boyas ecológicas (nadie las hace caso), sino prohibir tajantemente fondear en el Parque Natural. Y mejor hacerlo ya que llorar mañana, como ha ocurrido con las serpientes.

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