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Fernando Ull Barbat

La derecha no cuenta su alternativa

Como era de esperar, el Partido Popular, con un Pablo Casado cumpliendo a la perfección el papel de líder de partido radical de los años 30 del pasado siglo, ha utilizado la reciente modificación de del Consejo de Ministros para atacar al presidente del Gobierno. Casado ha aumentado su eterna ristra de agravios achacables a Pedro Sánchez al afirmar que el presidente ha nombrado a dedo a los nuevos ministros. Tal vez desconozca Casado que esta es la única manera que existe de nombrar ministros en todos los sistemas parlamentarios homologados y asimilables al modelo democrático. Hasta el momento ser ministro no es el resultado de la superación de un concurso-oposición. En cualquier caso, esta clase de errores los suele cometer Casado cuando trata de reflexionar acerca de cualquier asunto jurídico. Esta es la consecuencia de que le aprobasen (perdón, quería decir que aprobase) media carrera de Derecho en un verano: no asimiló bien conceptos jurídicos básicos y le surgen lagunas por todos lados.

El otro asunto al que Casado se ha agarrado como si fuese un náufrago a su tabla de salvación es el de las recientes manifestaciones celebradas en Cuba en el contexto de una población harta de sufrir calamidades, hambre, privaciones y un régimen dictatorial asfixiante. Lo primero que hay que recordar es que las dictaduras comunistas surgen como consecuencia de un proceso revolucionario altamente apoyado por la población del país que se trate. A partir de ahí se adopta un sistema cada vez más cerrado que termina desembocando en un Estado no democrático, muy controlador, que tiende a la autarquía. Por el contrario, las dictaduras de derecha surgen de un golpe de Estado realizado por militares apoyados por la Iglesia Católica, terratenientes y grupos de empresas extranjeras que buscan perpetuar sus privilegios, no dudando en utilizar el asesinato, las torturas y las desapariciones. En realidad, Cuba es uno más de las decenas de países que hay en el mundo que en mayor o menor medida son dictaduras. La más importante de esas dictaduras es China, un país que dado su potencial económico es inmune a las críticas de los países más desarrollados. Sorprende que el Partido Popular nunca haya hecho declaraciones sobre la falta de libertad en China o que sólo critique al régimen cubano cuando está en la oposición. En cuanto llega al Gobierno el Partido Popular enmudece sobre la falta de libertades en Cuba.

Cuando el Gobierno de Pedro Sánchez aprobó en junio la llamada tasa Google, un impuesto que pretende gravar las transacciones financieras y a las grandes empresas tecnológicas que operan en España, el Partido Popular puso el grito en el cielo asegurando que estas empresas dejarían de prestar sus servicios en un país gobernado por peligrosos radicales de izquierda. El PP no explicó cuál era su alternativa a la injusticia de que cualquier trabajador o autónomo pague en España un 20% de IRPF mientras que esas grandes multinacionales apenas lleguen a un 5%. Un mes después de ser aprobado esta tasa, el G20, en colaboración con la OCDE, confirmó el establecimiento de un tipo mínimo global del 15% para las multinacionales que facturen más de 750 millones de euros al año, dejando al PP descolocado y sin ninguna respuesta. Tampoco ha dicho nada respecto al giro social dado en EEUU, cuyo presidente, Joe Biden , ha apostado claramente por una política de inversión pública, subida de impuestos a las multinacionales, terminar con las medidas racistas de su antecesor en materia de inmigración, además de pedir de manera directa una subida general de salarios en EEUU. Si en España un político, del partido que fuese, sostuviera las mismas iniciativas en público sería tachado por la derecha española como un peligroso socialcomunista, bilduetarra y prostalinista.

Y como colofón hay que referirse de manera obligada a la estrambótica y negacionista sentencia del Tribunal Constitucional declarando nulas parte de las medidas que en su día estableció el Gobierno mediante el estado de alarma. Aduce el TC que deberían haberse aprobado mediante la declaración del estado de excepción que exige más requisitos. Lo importante de esta sentencia es que el TC ha dado valor de legalidad a las ideas conspiranoicas de un partido como VOX, que además de racista, homófobo, negacionista de la existencia de la violencia de género y conspiranoico en lo referido a la pandemia por covid-19, organizó (en la sombra) las famosas manifestaciones del año pasado en las que lo más selecto del centro de las ciudades se echó a la calle pidiendo libertad. La principal consecuencia es que no se van a poder cobrar las miles de multas que se impusieron a los insolidarios que se saltaron el confinamiento porque les dio la gana.

En el mes de junio del año 2020 se publicó un estudio realizado por el College de Londres y la OMS según el cual las medidas de distanciamiento social junto al confinamiento evitaron en España 450.000 muertes. Como ciudadano agradezco de manera profunda que el Gobierno decretase el estado de alarma y el confinamiento. Lo que ahora diga el TC me da igual.

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