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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

Ruido de patriotas

«No te dejará dormir este estrépito infinito que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos. Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás. Ruido de patriotas que se envuelven en banderas, confunden la patria con la sordidez de sus cavernas».

Ismael Serrano

Ha pasado de nuevo, todo a la vez, en esta actualidad en que se solapan las noticias. Mientras los patriotas de capa, pulsera y mascarilla colocaban mesas pidiendo firmas en contra de los indultos —y sobre todo en contra de este Gobierno de’ chiringuitos y mamandurrias, de pactos con asesinos, golpistas y rompepatrias —’, en Murcia, gracias a los votos del Partido Popular y de Ciudadanos, salía adelante la propuesta de Vox de que cada colegio del municipio ostente una bandera de España en la fachada y el retrato del rey Felipe VI en cada aula. En este particular juego de patriotas, poco importa que la Región de Murcia lidere el fracaso escolar, que la región sea una de las que menos invierte en educación, o que uno de cada tres menores se encuentre en riesgo de pobreza. Desde ahora los niños podrán gozar de escuchar el himno nacional “en aquellos actos solemnes que la comunidad educativa considere”, como puntualización a la petición original de que se escuchara todos los días al entrar a clase.

Ruido de patriotas. Titulares de humo, ya que las competencias en materia de Educación, corresponden a la consejería y no a los ayuntamientos y en cuanto incumpliría el Real Decreto 1560/1997 por el que se regula el Himno Nacional y su uso: «En actos de homenaje a la Bandera; en aquellos actos oficiales a los que asista la Familia Real, el presidente del Gobierno o una representación oficial de España y en los demás actos previstos en el reglamento de Honores Militares». Mejor. Es fácil adivinar que los niños habrían acabado tarareando en lugar de un ‘lo lo lo’ la versión más extendida de «Franco, Franco tiene el culo blanco».

Mientras, en Alcantarilla, en la Murcia de la patria y los himnos, un exmilitar asestaba tres tiros a Younes Bilal al grito de «No queremos moros aquí», y en la capital del reino, miles de patriotas se manifestaban con banderas rojiamarillas de poliéster fabricadas en Shaoxing, llenando otra vez la plaza en honor a un genovés que descubrió América al cometer un error garrafal. Qué serendipia. Qué paradoja. También Colón confiaba en que todos los caminos debían conducir a la derecha.

Y para rematar esta semana de ser españoles y muy españoles, el examen de Castellano de las Pruebas de Acceso a la Universidad de la Comunitat Valenciana incluía una pregunta que debería ser de obligada respuesta para todo ciudadano de bien: «En qué consiste para usted ser patriota». Yo le he dado algunas vueltas. Lo primero que me vino a la cabeza fue una escena de Martín y su hijo en la película ‘Martín (Hache)’: «Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso, es un bálsamo. No se extraña un país. Se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañas si te mudas a 10 cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental». O las palabras de Antonio Machado: «En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva».

Busco y no me encuentro ese amor incondicional y descabellado por las siglas de un partido, por las azarosas líneas imaginarias de los mapas que algún patriota convierte en cicatrices. Por eso que llamamos patria, estado, territorio, nación, país… y sí por quienes lo habitan. ¿Qué mérito podría atribuirme por haber nacido de la vagina de una madre en uno de los 194 países actualmente reconocidos, o en los cientos ya extintos? ¿Patriota de qué o de cuándo? ¿Del ‘Estado español’ tal y como hoy lo conocemos desde que en 1978 la Constitución ordenara las Comunidades Autónomas? ¿Del de 1972 con un Sáhara español al que dimos la espalda? ¿Del de las Cortes de Cádiz de 1810; de la conquista de Granada en 1492, o de la unión dinástica en 1479 que supuso el matrimonio entre primos de los Reyes de las coronas de Castilla y Aragón? ¿Con qué argumentos iba a respaldar ninguna de las proclamas sin fundamento histórico ni humano de patriotas de una patria donde caben ellos y solo ellos?

Pero yo sí tengo patria. Y la siento más grande que una bandera, un himno o un retrato. Mucho más que un trazado en un mapa o el trofeo que un equipo de fútbol trae de vuelta a casa. Y en ella es más patriota el africano que cruza a pie un desierto, que sube a una patera y arriesga la vida para llegar a España y trabajar honradamente, que todo el ruido de patriotas engordando una lista de enemigos en la que, cada vez… expulsan a más compatriotas fuera.

«Patria: tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos».

@otropostdata

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