Diario de Ibiza

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El jueves nos descolocaba la noticia. El hallazgo del cuerpo sin vida de una niña que supuestamente era el cuerpo de una de las dos niñas desaparecidas en Tenerife hace más de cuarenta días.

¿Hasta dónde puede llegar la maldad? Se hacía difícil un desenlace tan terrible, pero sabíamos que podía suceder. Si la muerte siempre es un misterio, en estas circunstancias, sobran palabras. Pero el silencio parece darle la razón al mal. Quedarse callado delante de tantas atrocidades nos hace cómplices de un modo u otro. Denunciar las injusticias, nos tiene que ayudar a crecer como pueblo, como personas. No interesa el morbo de la noticia, interesa el acontecimiento.

Como sociedad nos tenemos que plantear ¿Cómo podemos ayudar para que no sucedan estas cosas? Ciertamente no somos capaces de prever todo lo que sucede. Pero el caso de Olivia y su hermana es la punta del iceberg de la violencia que se vive en nuestras calles, en nuestros hogares. No nos podemos permitir quejarnos y no hacer nada.

Debemos plantearnos que está fallando en nuestra cultura y en nuestra manera de vivir. ¿Qué está provocando tanta maldad que nos impide ser más responsables del mal de los demás? Algo está fallando.

¿Será la falta de valores? Es necesario trabajar con ahínco y unidos para erradicar la violencia. Es necesario educar para la convivencia, para acabar con la desigualdad y con la cultura del ‘otro’ como un enemigo.

Fomentar el dialogo es más necesario que nunca. Un dialogo capaz de prevenir el dolor, el enfrentamiento y la violencia. Ahora no podemos más que llorar con la familia de estas niñas, que son un signo más del sufrimiento de tantos niños que viven estas atrocidades. La muerte de inocentes llena tantos acontecimientos de la vida de la humanidad, no aprendemos.

Una vez más la pregunta, ¿Cuántas vidas más tendrán que perderse por le camino hasta que seamos capaces de descubrir la solución? ¿Cuántos inocentes tendrán que ser zambullidos en la profundidad de los mares para que seamos capaces de encontrar soluciones a este mundo tan absurdo?

La madre, Beatriz, llamaba a la esperanza días antes del hallazgo del cuerpo sin vida. Ahora, es más necesaria que nunca la llamada a la esperanza, pero en la humanidad.

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