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Ángeles Martín Obispo

Ocio de Ibiza pidió en 2015 limitar la creación de nuevos locales de ocio

La crisis provocada por la pandemia se ha llevado ya por delante casi una cuarta parte de los negocios de Ibiza. A ello se suman los cientos de personas que buscan ayudas económicas porque no pueden cubrir los costes básicos que necesitan para vivir, los cientos de trabajadores que engrosan las listas del paro o están inmersos en un ERTE con un salario reducido. En medio de este sombrío y lacerante panorama hay quienes aprovechan para atizar el fuego contra el sector del ocio, avivan la llama con debates estériles y siembran cizaña.

Hace unos días nos despertamos con un artículo firmado por el señor Xescu Prats en el que se hacía eco de la decisión del Ayuntamiento de Sant Joan de prohibir en ese municipio la apertura de nuevos locales de ocio nocturno como discotecas, salas de fiesta y clubs de playa, con la excepción de los cafés-concierto, siempre y cuando no haya viviendas en el mismo edificio.

El señor Prats hablaba de los aspectos positivos que tiene la prohibición implantada en Sant Joan, y a continuación aseguraba que era un “agravio comparativo” para el resto de ciudadanos de la isla porque no podrán librarse del “tsunami” de la música electrónica. Incluso en su texto decía estar convencido de la “envidia sana” que despierta esta medida en muchos josepins, portmanyins, vileros y santaeularienses.

En fin, cada cual emplea su columna de opinión para abordar los temas que más le motivan o le preocupan en un momento en el que la desesperanza por el futuro y la precariedad asfixia a cientos de familias de la isla. Cada uno es libre y en el caso del señor Prats el sector del ocio le atrae sobremanera.

Es evidente que la Asociación Ocio de Ibiza -que agrupa en la actualidad a cerca de cuarenta establecimientos entre hoteles, clubes de playa, restaurantes y discotecas- no comparte la visión que el señor Prats tiene hacia el mundo del ocio según hemos podido leer en los numerosos escritos que nos ha dedicado (!) y en otros textos donde demoniza al sector del ocio en general, pero es importante subrayar que en esta ocasión estamos de acuerdo con él y con el Ayuntamiento de Sant Joan en la necesidad de limitar la proliferación de nuevos locales de ocio en la isla.

Al respecto y en primer lugar quiero recordar al señor Prats que ya en 2015 la Asociación Ocio de Ibiza alertó sobre la necesidad de atajar los problemas de saturación, descontrol y expansión de locales de ocio en Ibiza, porque la sostenibilidad de una isla tan limitada estaba en juego y porque su actividad económica está muy unida al bienestar de los residentes. Desgraciadamente nadie recogió el guante que lanzamos entonces. Este fue el titular de la noticia: “La Asociación de Ocio reclama una moratoria que regule la apertura de nuevas empresas sin arraigo en la isla” [sic] (Nou Diari, 9 de julio de 2015). En esa misma noticia el gerente de la Asociación, José Luis Benítez, ya dijo que el número de establecimientos en Ibiza era “suficiente” y que ‘los socios que conforman nuestra agrupación viven todo el año aquí, tienen aquí sus familias y quieren lo mismo que queremos todos los pitiusos, defender los intereses de Ibiza’[sic].

Estas declaraciones fueron recogidas por otros medios y las hemerotecas son testigo. Por cierto, declaraciones que fueron en su día duramente criticadas por el presidente de la Asociación de Empresarios de Salas de Fiesta y Discotecas de Balears (Abone).

En segundo lugar, es importante apuntar que el escrito del señor Prats presenta algún olvido o sesgo. No dudo de la profesionalidad del señor Prats, ni mi intención es buscar discrepancias, pero me gustaría recordarle que el Ayuntamiento de Santa Eulària también aprobó en 2014 una norma que blindaba la implantación de discotecas, cafés concierto, salas de fiesta y de baile en el municipio. La norma llegó después de una moratoria de más de un año. Le invito a echar un vistazo a la hemeroteca. Por tanto, esa envidia de los santaeularienses a los joanins no será tanta como apunta en su escrito el señor Prats.

En tercer lugar, quiero insistir que las limitaciones adoptadas por ambos ayuntamientos se refieren a la implantación de nuevos locales y, en ningún caso, afecta a los establecimientos que ya tienen licencia en vigor. Por cierto, no sé si esta medida le gustará a un legendario empresario de la noche ibicenco -que seguro usted conoce muy bien- que hace unos días declaró en una entrevista a un medio de comunicación de la isla que tenía la intención de abrir una nueva discoteca antes de 2022. Es evidente que no se puede crecer de forma indefinida. Siempre hemos estado a favor de la mesura. En último lugar me gustaría ilustrar al señor Prats sobre esa pertinaz obsesión que tiene en relación a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baleares sobre el hotel Saratoga de Mallorca y que siempre mete con calzador en sus escritos. Una relectura sosegada sin prejuicios le vendría bien. La sentencia señala que ese hotel no podía hacer la actividad que realizó porque no tenía el permiso municipal para ello como le obliga la Ley Turística. En cambio, los hoteles de Ibiza que usted cuestiona sí tienen ese permiso. El juez o incluso el Govern le podrían aclarar la sentencia.

La Asociación Ocio de Ibiza, al igual que usted y las autoridades de la isla, seguro que estamos en contra del intrusismo de quienes buscan el dinero rápido sin respeto por la isla, de aquellos locales que dañan la imagen que intentamos proteger. La temporada pasada muchos de estos personajes desaprensivos desaparecieron de la isla por las restricciones del covid. El deseo de cada uno de los asociados a Ocio de Ibiza es que el Consell y los ayuntamientos trabajen unidos con el sector para evitar la proliferación de estos piratas.

Tenemos la suerte de vivir en una isla que ofrece múltiples caras a quienes nos visitan. Tenemos arte, cultura, patrimonio, innovación, gastronomía, música, paisaje y, por supuesto ocio de calidad, entre otros muchos atractivos que nos permitirán salir con fuerza de la crisis que ahoga a cientos de familias en Ibiza. Sobran los debates estériles y la cizaña.

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