Están las vacunas en los últimos días un poco como el tiempo, un día llueve y hace frío y al siguiente brilla el sol y te sobra hasta la mascarilla. Un día nos dicen que la vacuna de AstraZeneca es de fiar y al siguiente empiezan a llamar a todos los citados para ponerlos en espera, como las compañías telefónicas cuando tienes un problema. Un día va a llegar la de Janssen y al siguiente se queda en el limbo. Y así las cosas y pese a las promesas del Govern de que el 70% de los baleares de bien estarían vacunados en junio, y luego en julio y ahora al final del verano, hemos llegado a mediados de abril con la pobre marca del 5% de los isleños pinchados dos veces y el 13% una. Todos nos habíamos tragado el mantra de que la temporada turística levantaría el vuelo gracias al viento cálido de la vacunación masiva y ahora nos aclara la presidenta Armengol que no, que depende de la incidencia, de los test, de los controles y de la cadencia inoculadora en los países emisores, que suena a un ‘que vacunen ellos’ en toda regla. Haciendo la cuenta de la vieja, y sin querer ser muy malo, me sale que al ritmo actual el 70% de la población balear estará inmunizada a mediados de 2023, que para entonces ya sabremos cómo ha ido la temporada de 2021, e incluso la de 2022.
