Diario de Ibiza

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Ainhoa Moll

Ganando cierta perspectiva: ‘The Pledge of Allegiance’

Vivir fuera de España te da, sin duda, perspectiva. Te alejas de los traumas y cuitas diarias de nuestro país, y ganas un espacio que te permite ver el bosque.

Recuerdo con cariño nuestro aterrizaje en Francia. Nuestra hija mayor tenía apenas 4 años, ya iba a la escuela, y con frecuencia llegaba a casa con dibujos en los que aparecía la bandera francesa. Los valores de la République impregnaron sutilmente todos sus días en la escuela francesa y ella los repetía en casa.

Años más tarde nos trasladamos a México, y cambiamos las banderas francesas por el himno mexicano. «Mexicanos al grito de guerra....» tarareaba la pequeña paseándose por la casa. No era de extrañar, lo cantaba semanalmente en las sesiones del coro al que se había inscrito. Y en las asambleas, y en las competiciones deportivas. Y eso que iba a un colegio americano.

Llevamos más de medio año en Nueva York, pero no fue hasta hace pocos días cuando nos tocó la versión yankee. Merendábamos en la cocina cuando mi hija de 7 años comenzó a recitar en voz baja el juramento de lealtad a la bandera de los Estados Unidos: «I pledge allegiance to the flag of the United States of America and to the Republic for which stands, one nation, under God, indivisible, with liberty and justice for all». No pude evitar una sonrisa.

Descubrí entonces que lo recitan diariamente, de pie, con la mano en el pecho y mirando a la bandera que ondea en la clase. Y lo hace con tanta naturalidad que ni me lo había mencionado. Con una mezcla de orgullo e inocencia mi hija me explicó que la directora de su centro hace un llamamiento por megafonía para que todas las clases lo reciten al unísono, y que la bandera de su clase está justo detrás de su silla. Todo un honor, al parecer. En ese instante se acercó la mayor, y junto a su hermana me hicieron la puesta en escena.

Lejos de ser una excentricidad de la directora de nuestra escuela, descubrí que todos los colegios de Estados Unidos llevan a cabo el mismo ritual matutino. Desde párvulos hasta bachillerato. Sin complejos.

Más allá de la risa que me produjo el hecho en sí, la reflexión es interesante. ¿Cómo mantienes unido a un país tan inmenso y diverso como éste?, ¿cómo mantienes bajo el mismo paraguas a estados tan diferentes como Luisiana y Nueva York, con unas diferencias raciales y sociales abismales? La respuesta está en ese juramento que se realiza desde la infancia. Juro lealtad a la bandera de los Estados Unidos y la república que defiende, una nación, bajo Dios, indivisible, con justicia y libertad para todos.

Ahora veo que también Francia y México tienen su propio modelo que se inculca en las escuelas. Y con imperfecciones, por supuesto, pero consiguen crear ese sentimiento de unidad. ¿Y nosotros?¿nosotros qué tenemos?

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