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Matías Vallés

El mejor diario de la pandemia

Si se pregunta por el mejor libro sobre la pandemia, la ortodoxia se desliza hacia ‘La peste’ de Camus. Sin embargo, la limitación de la epidemiología a la moralidad redunda en una versión idealizada, por lo que la narración más exacta corresponde al ‘Diario del año de la peste’, firmado más de tres siglos atrás por Daniel Defoe. Y si se pregunta por el mejor reportaje periodístico sobre el coronavirus, la brújula orienta asimismo hacia este retrato de la plaga londinense a cargo del autor de Robinson Crusoe. Servir de ejemplo a la evidencia de que la prostitución del periodismo se llama literatura no es la menor utilidad del volumen en cuestión.

«Entre los efectos del coronavirus figura la ralentización inevitable cuando una civilización se queda sin respuestas»

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Es importante conocer de antemano los siglos que nos separan del Diario. De lo contrario, el lector correrá continuamente a revisar la fecha del reportaje de Defoe, asombrado de que no corresponda a 2020. La obsesión por huir de la ciudad contaminada hacia el aislamiento campestre, la cuidadosa contabilidad de la tasa de mortalidad diaria por barrios o parroquias, la fe en el confinamiento como solución casi religiosa a la pandemia, la entrega a los farsantes que pretenden salvar al individuo mediante pócimas o ensalmos. Las diferencias con la actualidad no justifican los siglos transcurridos, entre los efectos del coronavirus figura la ralentización inevitable cuando una civilización se queda sin respuestas.

Defoe dibuja inconmovible. Es un periodista, a diferencia de los llorones con micrófono en la mano, convencidos de que las lágrimas acreditan la profesionalidad en lugar de nublarla. El coronavirus no ha causado el derrumbe emocional del observador profesional, porque ese retroceso se le debe al 11S, pero lo ha acentuado. La única diferencia con la plaga londinense radiografiada por el novelista es que en el siglo XXI hemos sido lo suficientemente inteligentes para fabricar una vacuna, aunque demasiado torpes para administrarla.

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