Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Domingo de Ramos. Iniciamos la Semana Santa. Una Semana Santa muy diferente a la de años anteriores. Mucho más diferente a la del año pasado, en la que se siguieron los actos litúrgicos desde casa por medio de radio, televisión o Internet.

Semana de contrastes. Semana en la que celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, de Dios Encarnado. Dios muere para mostrar su cercanía al dolor humano. Resucita para abrirnos a la esperanza. La muerte ha sido vencida por la Vida.

No debemos sentirnos abandonados. Ni en los momentos más duros que nos ha tocado vivir y que nos tocará vivir podemos sentir el abandono. Dios sufre con nosotros.

Ciertamente esta pandemia del covid-19 está minando nuestra esperanza y abatiendo nuestras fuerzas en la lucha por la vida. Pero en esta lucha Dios quiere ser nuestro escudo. Esto celebramos en Semana Santa.

Con esta pandemia estamos saboreando la fragilidad y la incertidumbre. Se nos han desmoronado muchas de las falsas seguridades en las que nos habíamos apoyado. Hemos notado cómo el suelo que pisamos no es tan firme como parece, como un pequeño virus hace que todo se tambalee.

Todo esto que podría parecer una gran desgracia, como la Pasión y Muerte de Jesús, de un inocente, nos tiene que ayudar a vivirla como una oportunidad, con la esperanza de la Resurrección de Jesús, de nuestra propia resurrección.

Aprovechemos esta vida que nos ha sido regalada para vivirla en plenitud, generosidad y agradecimiento por que no sabemos hasta cuándo podremos hacerlo.

Esto que parece una realidad que empobrece nos tiene que estimular. Descubrir las oportunidades que la vida nos da.

Lo entienden perfectamente los pobres. Su pobreza, ahora agravada por la pandemia, les hace vivir siempre en continuo cambio. Buscando una nueva oportunidad, descubrir al otro como a un hermano que le tiene que ayudar a salir de su situación por que él solo no puede.

Nos habíamos convertido en seres demasiado individualistas, pensando que no necesitamos a los otros, que no necesitamos a nadie, y no es así. Nadie puede vivir abandonado. Nadie se puede sentir nunca abandonado. Dios nos acompaña siempre.

Compartir el artículo

stats