En la ciudad amurallada, con una población que no ha parado de descender en muchos años, resulta a menudo más fácil encontrarse con un gato que con un ser humano. Explorando sus tranquilos callejones, asomando por los patios o bostezando perezosamente al sol, como en la imagen, los gatos forman parte cotidiana del paisaje de Dalt Vila.
Oferta flash de suscripción
¡Solo hasta el viernes 26 de abril! Nueve meses de contenidos web por 9,99 euros
El álbum