Diario de Ibiza

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Gonzalez,-Elena

Tasca Can Botino, bodas y comuniones

En Can Botino ya se celebraban bodas y, si tiene éxito el experimento de Rafa Ruiz de transformar el salón de plenos en tasca, muy pronto también servirán ahí mismo hasta el banquete nupcial, que unas bravas de más o de menos no van a restarle dignidad a la institución. La comunión, con ruedas de molinos, nos la impartirán después, con las excusas. El ágape que no es sino «reunión de trabajo» con comida, tan transparente que ni figura en la agenda, y en el que Francina Armengol puede hacer gala de su inflexibilidad con las restricciones a la hostelería en Ibiza, mientras vuelve a demostrarnos a todos cómo burlarlas con éxito. Una nimiedad, si quieren, lo de sobrepasar el número de no convivientes por mesa, pero que a quienes vivimos solos y tenemos prohibido alternar con nadie que no sea nuestro reflejo en el espejo esta Semana Santa, nos puede sonar a chanza. Casi tanto como la ocurrencia de la consellera de Salud, que para defender que las islas se abren al turismo internacional mientras endurecen las normas para los que residimos en ellas, alega que la movilidad interior «es menos segura». Vamos, que parece que somos más irresponsables que alemanes o franceses y nos tienen que marcar bien el camino para que no demos al traste con ‘sus’ esfuerzos por salvar la temporada. Pero yo no reprocho a Patricia Gómez esa salida de tono. Tiene en su propio partido demasiados ejemplos de «normas vendo que para mí no quiero» para no asustarse.  

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