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José María de Loma

Iglesias agarra la bandera

Qué daño está haciendo Netflix. Bueno, ahí es donde estamos los pobres. Los estrategas e informados ya tienen muchas más plataformas en las que ver alas oestes, borgenes, ‘House of Cards’ y similares, que ya se quedan viejas, son viejas. Ahora los protagonistas de las series son seres reales organizando peripecias políticas a la espera de que alguien haga con ese material un producto para ver en casa una tarde en cuatro o cinco episodios. Con Iglesias hemos topado, Sancho, debió decirle Ayuso a su asesor Miguel Ángel Rodríguez, al que todos culpan de los éxitos de esta. Rodríguez no tiene nada que perder, así que se dedica a ganar dinero. Inventó lo de «socialismo o libertad» e Iglesias no es que haya entrado al trapo, es que ha agarrado la bandera. El líder de Podemos se olía el contexto: otoño, recuperación económica, Sánchez repartiendo los fondos de la UE, pandemia en retroceso, población muy vacunada. O sea, elecciones. Y Podemos, o él, tal vez fuera del Gobierno. Así que mejor dar el salto ahora. Al choque frontal. A polarizar. Al protagonismo y la fama. El duelo promete ser bronco y veremos si cerril. Vox y el PSOE quedan un poco postergados. Los socialistas son los que tienen el mejor candidato y el candidato que menos ganas tiene. Uy, caramba, qué mal me viene este lío ahora, lleva escrito en la cara Gabilondo. Tiene siete hermanos, alguien le votará. Gabilondo es un sabio con sueño al que unos niñatos no lo van a dejar dormir en los debates. Nos llevan a un escenario del todo o nada. Binario. Se vislumbra que Ayuso o toca el cielo o se va al ostracismo. Ese es el plan al que también parece destinado Iglesias. Pero quién sabe. Las sorpresas son tan continuas que nos está ocurriendo lo que peor puede pasar en la vida: agoniza la capacidad de asombro.

Aquí estamos los de provincias, como toda la vida, boquiabiertos con lo que ocurre en Madrid, en este estado de las autonomías que sigue mirando a la corte, poblada de reyes, poderosos, bufones, arrebatacapas, oportunistas, trileros y todo lo que por aquí también abunda pero amplificado por los medios. Madrid es una mini España a la que solo le faltan indepes, panegiristas del RH, fueristas o amigos del arancel. Madrid el del «No pasarán» pero no pasarán a los restaurantes, dado que había pandemia. Ahora es el cartelón del «No pasarán» el que Iglesias quiere esgrimirle en campaña a Rocío Monasterio. Dice Innerarity que no es que haya riesgo de Guerra Civil, sino que precisamente no hay guerra porque los insultos y el enfrentamiento descanardo la sustituyen, son aptos sucedáneos. Por si acaso, pareciera que algunos cavan trincheras. Señores, a los conspiraderos: ¡La cosa está que Lhardy!

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