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valentin villagrasa

Desde la mola

Valentín Villagrasa

Una ópera al teléfono

El titular podría resumir la larga tramitación de un pedido, que a las ocho en punto quedó sin efecto, porque el empleado (perdón eran las 20.05 para ser exactos) ya había cumplido su jornada laboral y según sus palabras: «señora le estoy atendiendo y ya debería estar en casa». Sin duda, pero es que esto ha sucedido después de cuatro horas y algo más, desde la primera llamada. De ahí la similitud de una ópera de Wagner, concretamente ‘Los maestros cantores’ que está por encima de esas cuatro horas. Por qué, se preguntarán ustedes; porque en el interín, entre conversación y conversación con empleadas de Ikea Baleares suena una música que te entretiene al principio y que te suena a rayos y truenos pasada la primera hora de la gestión. Luego viene la segunda… casi con la gestión concluida, falta una referencia, mecachis. Le paso a ‘cocinas’ que allí se lo pueden aclarar. Vuelta a esperar con esa música cansina y una voz en off intermitente, e interrumpiendo las notas musicales, te va recomendando lo instructivo que es contactar con ellos para decorar tu casa. Es el momento ‘paciencia’ de toda espera desesperante. Menos mal que con esto del teletrabajo puedes permitirte, incluso seleccionar la película de Netflix que verás después. Sobre todo para olvidarte de esa ópera continuada con entreactos, pero con la uniformidad de la música sin fin. Vas pasando de unos a otros, con un lacónico ‘aquí no es’. En esas que por mor de un paso a otro departamento se corta la comunicación… horror. La última vez en contactar con ellos pasaron más de 14 minutos y ya el móvil casi sin batería, cargándose pero con el sonido de la ‘musiquita’ a unos decibelios que asustarían al vecino del quinto, si lo hubiere (menos mal que en medio del campo pasa desapercibido). Todo para no perder ese momento mágico en que una señorita muy amable responde a la llamada y volvamos a empezar. Nueva explicación de las circunstancias… les he dicho que ya estamos en la tercera y la cuarta hora. Wagner hubiera montado en cólera, pero quizás el espíritu Formentera te permite no alterar el equilibrio de adrenalina. Otro paseo por diferentes secciones o teleoperadoras/es con cortas esperas de la ópera inconclusa. Hasta que llegas al límite de las 20 horas donde todo se hace oscuro, donde cualquier gestión es para mañana, porque el merecido descanso se impone. «Vuelva usted mañana» escribió en su día Mariano José de Larra para casos como estos. Mañana no habrán cambiado de ópera.

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