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Miqui Otero

Hasél y Gretel

«La monarquía puede ser algo tan inverosímil, poco atento al sentido común de su tiempo histórico, como un cuento infantil»

Si cuando una carroza se dirige a la catedral para celebrar la boda de unos herederos al trono todos los medios hablan de «cuento de hadas», sería lógico que cuando se enarbolan fórmulas medievales como las injurias a la corona para meter en la cárcel también lo hicieran. Aunque hay gente que ha vivido demasiado tiempo del cuento y cuentos que cada vez menos gente se cree.

La monarquía puede ser algo tan inverosímil, poco atento al sentido común de su tiempo histórico, como un cuento infantil. Que entre un músico (el rapero Pablo Hasél) en la cárcel por, entre otras cosas, criticar a la Corona, entra dentro de lo que podría pasar en una historia de los hermanos Grimm. Que lo haga horas después de manifestaciones neonazis en la calle, cuando otros activistas de su cuerda (asalto a la librería Blanquerna) siguen en esa misma calle, meses después de que militares retirados de la Academia del Aire propongan fusilar a 26 millones de hijos de puta» sin que el (nuevo) Mando Supremo de ese mismo ejército diga ni pío… ¿todo eso? Todo eso podría formar parte de ese mismo cuento. Su verosimilitud, sin embargo, se resentiría de este giro de guion: su protagonista abandona primero su trono y luego su reino.

En la literatura infantil, hay reyes malvados que ejecutan a viudas (algo habrán hecho para que se les mueran los maridos) y también a todos aquellos primogénitos que son más altos que el rey (las madres ni los alimentan por temor a que crezcan demasiado). La Reina de Corazones de Alicia logra que sus súbditos pinten las rosas blancas de rojo y se estiren cuando ella aparece, pero Alicia decide no hacerlo. Aunque a mí me gusta aún más la figura de Juanito Pierdedía que, en el cuento de Rodari, se propone «tocar la nariz del rey»: empieza por alcaldes, altos cargos y finalmente se sube a la carroza y se la estira al monarca (a partir de entonces hacerlo se convierte en señal de buena educación). Eso sucede porque Juanito logra escapar, si no, el final del cuento habría sido otro. El final de este cuento, el del que es encarcelado no por lo que hace, sino por lo que dice y canta, también debería ser otro.

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