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Martínez-Fortún

Deslenguados

«Es ver Iglesias una cámara y soltársele la lengua, incapaz

de asumir la responsabilidad de un cargo que no desempeña»

Son un misterio y no solo para mí las razones de alta política que llevaron a Borrell a la encerrona donde no solo España sino toda la UE recibieron una patada en la boca del ministro ruso, deslenguado, descortés e ignorante como son los gobernantes que actúan sin aval democrático. Es encomiable que la UE se preocupe por la suerte de Navalny, quien valientemente tras el oscuro intento de asesinato ha tenido la temeridad heroica de volver a su país. Compárelo el amable lector con el prófugo en Waterloo. Encarcelado inmediatamente el opositor ruso, el mundo democrático reclama su libertad, por más que se sepa que eso no va a ocurrir pues no es prioridad de los actuales mandatarios de Rusia el respeto de los derechos humanos.

Con todo, esta ignorante no entiende que las exigencias en favor del represaliado no contaran con cauces más oportunos que meterse en la caverna del oso para escuchar disparates de su boca. De modo casi pusilánime calló Borrell, aunque ignoro si por eso tantos diputados europeos han pedido su dimisión.

Luego ya se han producido las secuelas ibéricas del episodio, y esas se mantienen en la vía del esperpento iniciado por el ruso, emulado incontinentemente por nuestro deslenguado vicepresidente social, al que le puede una declaración escandalosa por aquello de llamar la atención a mamporros verbales y más si es contra sus hermanos de coalición.

Es ver Iglesias una cámara y soltársele la lengua. El hombre, incapaz de asumir la responsabilidad de un cargo que no desempeña sino que pasea, ha vuelto a hacerlo. Una buena butifarra al gobierno del país que vicepreside. Que no se entiende que, en lugar de hacer una huelga de hambre para conseguir la democracia de su castigada patria, se avenga al sacrificio de sufrir diariamente los privilegios y prebendas de su cargo, coches oficiales, escoltas y puede que hasta niñera incluidos, mientras no sé si en privado pero sobre todo en público roe cual roedor hambriento la credibilidad y honorabilidad del gobierno del que forma parte. Con Sánchez de testigo tal vez doliente pero mudo.

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