Opinión

La primavera económica y social

A quien me pregunta cómo espero que se desarrollen nuestras anodinas vidas en los próximos meses respondo sentencioso, circunspecto y adoptando la grave pose de reflexionar: 'Espero una primavera económica'. Quedo la mar de bien aunque no tenga puñetera idea. El caso es responder con prontitud y seriedad, no vaya a ser que el otro se dé cuenta de que sólo tengo un par de neuronas que vagan, pobrecitas, risueñas por mi cavidad craneal. Esto de la 'primavera económica y social' es un latiguillo que me repito de manera inconsciente porque soy un optimista irredento. Y porque me aterra la idea de que la vacuna sea un fraude y nos provoque un tercer ojo meses después de que nos la inoculen, o que el virus nos sorprenda mutando en un súper cabroncete que nos obligue, de nuevo, a replantearnos la vida desde el sofá. Y mientras tanto se suceden las noticias abrumadoras sobre los efectos de esta crisis tan inesperada como desalmada. En el aeropuerto, por ejemplo, se mueren de aburrimiento porque este año no vuelven a las americanas con hombreras y los calentadores, no, ¡vuelven al nivel de tráfico aéreo de hace tres décadas! Acabaremos el año con el número de pasajeros de 1980.Todo un revival que me enternece y aterra a la vez. Qué vida esta...

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