Opinión

Valentín Villagrasa

Pérfida Albión

Ya ni recuerdo los años que no oía esa expresión referida a la Inglaterra de antaño y que bien podría servir ahora, después de presentar en sociedad a la "nueva" cepa del coronavirus descubierta en el condado de Kent y que por el albur de la vocación colonial del Reino Unido ha llegado hasta Gibraltar. Podría haberse quedado en Irlanda del Norte, incluso en cualquiera de las antiguas colonias, léase Commonwealth. Pero no, viaja al peñón para aseverar por la vía de la pandemia que es una colonia instalada en la punta sur de España. No es extraño que aquí se despierten los vapores patrios de aquellos que siguen pensando en la Pérfida Albión de la política napoleónica o de la dictadura española tras la guerra civil. Lo rigurosamente cierto es que el anuncio nos ha cambiado las perspectivas y fíjense por donde, hemos pasado de abrir los telediarios con la retahíla de restricciones navideñas (diferentes según donde vivas o quieras pasarlas, si es que te dejan entrar) a solo hablar de la suspensión de comunicaciones por tierra (los diez mil camiones que pasan cada día el eurotunel) mar y aire entre Inglaterra y Europa, incluyendo a la propia Escocia que también ha cerrado fronteras. Las bolsas se han desplomado, los británicos acaparando provisiones en todos los supermercados e incluso en las tiendas Harrods que son el emblema del consumo, del que no va por barrios. Nos ha "pillao" a los de la Mola con el pie cambiado y con el miedo en el cuerpo porque nos hemos desviado de lo que antaño (me refiero al 1 de diciembre) éramos en esto del covid. Una isla libre del bicho, con unas perspectivas de volver a aquellas fechas donde también abríamos telediarios por andar por delante en las fases de desescalada. A admitir que por mor de un brote en una de esas comidas "no pasa nada" después de un funeral. Combinado con un puente donde vino hasta el Tato de si se sabe dónde. A elevar nuestra ratio de 74 casos cada 100.000 habitantes (baremo traidor del doctor Simón) a 330 y pasar a fase 2 (cuánta benevolencia doña Francina) aunque nuestra presidenta, Alejandra, pide mayores restricciones para una Navidad que se antoja preocupante por la vuelta, como el turrón, de muchos estudiantes, trabajadores en la diáspora o residentes que pese al PCR, necesitan el contacto humano como terapia contra los tiempos de lejanía. Invoquemos a la responsabilidad individual, que es la única vacuna hasta la vacuna.

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