Si eres pobre tu tiempo no vale nada. Lo demostró el Consell de Ibiza organizando una convocatoria de ayudas públicas que más parecía reparto de limosnas, con tal miopía y falta de previsión que abocó a los demandantes a guardar durante horas una cola vejatoria en plena calle expuestos a la curiosidad morbosa de los mirones. Lo demuestra el Gobierno que, desde marzo y como si no se viera venir, aún no ha reforzado lo imprescindible un SEPE que es la pesadilla del «ejército de desesperanzados», que escribía Josemi, en el desempleo. Líneas colapsadas, mensajes sin respuesta, citas casi imposible de conseguir en plazo, retrasos de meses en ingresos que se necesitan con urgencia para pagar la luz, el agua, la compra, la casa..., para engañar la exclusión. Y lo corroboran también unos Servicios Sociales que están dando hora para dentro de semanas a padres que llegan con la nevera vacía, como si la burocracia alimentara a sus hijos. Dijo la consellera Carolina Escandell que las solicitudes para las ayudas superaron «todas sus expectativas». ¿En serio? ¿En qué mundo viven? En esta isla, en donde los sueldos se han ido por el desagüe de unos pisos a precios disparatados, la crisis ha abocado a miles de familias a la ruina, y lo mínimo que éstas se merecen es una atención digna por parte de las instituciones que las representan. No que agraven su angustia con silencios o demoras, como hoy están haciendo.