No puedo imaginar en qué maravillosa sociedad viviríamos si las administraciones públicas tuvieran la capacidad de reacción, la iniciativa, de los lazarillos que se pasean por los sectores de producción. ¿Qué pasaría si fueran gestionadas como Airbnb, que visto la ruina en el sector de la vivienda vacacional por el virus, se ha lanzado al alquiler residencial? Pues que no tendríamos el problema de la vivienda, un derecho consagrado en la Constitución. Por el momento, el azote de la oferta legal del alojamiento ya ha logrado que bajen los precios. ¡Pobres arrendadores, que ya no se van a forrar poniendo en el mercado sus pisos apenas seis meses! Qué pena me dan. Igual pasaría, me temo, con el transporte. Los piratas han demostrado una capacidad de adaptación al medio que alucinaría a Charles Darwin. Han montado un tinglado tan organizado y sofisticado que lo petan en las redes y WhastApp. Y mientras tanto, las administraciones chupando rueda. Comentaba un hotelero que le sacaba de quicio que nadie dimitiera, ni siquiera un puñetero asesor, tras una enorme metida de pata. En la empresa privada no durarían un mes. Y ahora tienen que intentar que el Covid-19 no se cargue el próximo verano. Que las vacunas nos cojan confesados...

@ cesaradame