Médicos y abogados los quiero lejos, muy lejos ...». Así se expresaba, cerveza en mano, Carles Abellan, tras recuperarse de un trepidante pedaleo, entre savinas por los recónditos parajes de la mágica Formentera.

Pese al hiriente mensaje, razón no le faltaba al ínclito cocinero Michelin, para emparejar los denostados profesionales, con la enfermedad y el conflicto, que tanto nos acucia en estos momentos Covid. De hecho la labor de ambos, se desempeña en tales ámbitos y nadie voluntariamente, quiere estar inmerso ni ser víctima de ellos, pero cuando lo hace, como los precisa y de que manera?

En estos lares, el fatal y horrible resultado, depende en muchas ocasiones, de circunstancias que escapan del control de los profesionales. El abogado sometido, a la interpretación que realiza el juez, se erige en portavoz de la imprevisible resolución conteniendo en ocasiones, ininteligibles, injustificados e incomprensibles razonamientos, especialmente para el perdedor en el conflicto. Los médicos, parece ser, resultan mejor parados, pues el resultado adverso de la enfermedad, suele atribuirse a la madre naturaleza, aunque ciertamente Carles, y pese a que me duela, tanto enfermedad, como conflicto, cuanto más lejos, mejor?