La triste realidad es que no podemos desviar la mirada del problema? ¿Y qué problema?... ese mismo en el que usted y yo estamos pensando en este momento. ¿Estamos haciendo lo adecuado para frenar esta pandemia? ¿Vamos de parche en parche sin enfrentarnos a una realidad que nos ha sobrepasado? A lo mejor esconder la realidad nos está alejando de la solución? La verdad es que (con toda la información que tenemos) no soy capaz de responder a tanta incertidumbre. Leemos, escuchamos, vemos colegios, pueblos, barrios confinados. El Teatro Real de Madrid tiene que suspender su ópera inaugural (por cierto? un ballo in maschera de Verdi) porque los de arriba (gallinero) se rebelaron contra los de abajo (platea, que es más caro) porque no se respetó la distancia de seguridad, las imágenes son reveladoras (cuán indiscretos son los móviles, diría el Tenorio del siglo XXI)? Lo decía Machado «Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Es tal el problema que los políticos se ponen a 'trabajar' (mala frase, porque usted puede preguntar incrédulo ¿en qué? Y a lo mejor tiene razón). La escenografía impresionante por la tele? presidenta y presidente, aunque debería decir por aquello del orden constitucional, presidente y presidenta, detrás 24 banderas de rojo y gualda, picoteados por estrellas blancas? Sabina diría en voz de Antonio Flores? «Cuando la muerte venga a visitarme, que me lleven al sur donde nací, aquí no queda sitio para nadie, pongamos que hablo de Madrid».

¿Y aquí? porque bajamos a San Francesc, pero estamos en la Mola. Aquí leemos y escuchamos las cifras de contagios en este medio o en Radio Illa? nos fijamos en las burbujas escolares, preguntamos a los allegados por la salud, que se circunscribe exclusivamente a nuestra relación con el coronavirus (atrás quedan el resfriado, la gripe, los moquitos de los niños en el archivo de enfermedades olvidadas). Pasear es sinónimo de vigilancia sospechosa de extraños y conocidos? la belleza, la elegancia, la clase que antaño admirábamos (masculino o femenino) se ha convertido en fijarnos si la mascarilla del transeúnte con quien te cruzas la lleva de forma correcta o pasando de todo (como muchos). ¡Válgame dios! En ese momento cuando buscas con la mirada, esta vez cómplice y hasta de cabreo, un policía local o al propio Pep des Ferrer para que con educación (el valor se le supone y lo ejercen) pero con la 'amabilidad' que se desprende de la sanción pongan fin a tales desmanes. Que los hay.