El curso escolar 2020-2021 va ser inolvidable para muchos. Ya hay niños de cinco años que hablan del mundo antes del Covid. Con sólo cinco años. Algunos padres aún siguen con miedo de llevar a sus hijos al colegio y otros lo hacen bajo la amenaza de perder la plaza o tener problemas por absentismo. Las medidas implantadas para evitar el contagio en las aulas a veces son tan tristes como separar en clases distintas a compañeros de toda la vida, que se ven a la hora del recreo en el patio y hablan separados por una cuerda que marca un muro imaginario. Esto pasa en Eivissa. Los maestros tienen problemas de comunicación con sus alumnos por la mascarilla, porque no todo es la palabra. Cuántas cosas que nos han dicho y nos han sentado mal hubiesen sido menos graves dichas con una sonrisa. Los alumnos que van al colegio se enfrentan a las idas y venidas de las normativas de cada Comunidad, como si no hubiese habido tiempo en todo el verano para preparar el curso. Parece que nos hemos preocupado más de traer turistas a nuestras islas que de preparar con conciencia la vuelta al colegio. Si los mayores han podido volver a sus centros de trabajo, si los bares han abierto, si los hoteles han tenido turistas, por qué está costando tanto que los niños puedan ir al colegio seguros. Encima les cierran los parques infantiles, el único desahogo para los que viven en la ciudad. Los menores están siendo fuertemente castigados, no por el Covid-19, si no por la mala gestión de nuestros gobiernos.