El maldito coronavirus ha puesto patas arriba nuestra vida. En esta llamada nueva normalidad ya casi nada es normal y la palabra que predomina en la actualidad, en todos los ámbitos, es incertidumbre. No sabemos cuándo saldremos de esta pandemia ni cómo, pero mientras tanto tratamos de buscar soluciones para ir recuperando, poco a poco, lo que el Covid-19 nos ha arrebatado en apenas cinco meses. El deporte tampoco está siendo ajeno a esta terrible pandemia, que ha agitado con fuerza los cimientos de las diferentes competiciones y de los eventos deportivos a nivel mundial. De todos, pero especialmente de aquellos más modestos, a veces mal llamados no profesionales, que cuentan con recursos económicos más limitados para encontrar vías de escape. Estos días ha trascendido que la Federación Española de Fútbol estaría barajando la posibilidad de no iniciar las Ligas de Segunda B para abajo hasta enero del año que viene. Es comprensible que el ente federativo sea precavido, porque la situación no mejora en España con el repunte de contagios que se está produciendo, pero también es de entender que son muchas las personas que en nuestro país viven de este fútbol más modesto. Va a resultar complicado encontrar un punto de equilibrio que contente a todas las partes, pero si en Primera y en Segunda se puede arrancar este año también debería buscarse la manera para hacerlo, con seguridad, en el resto del fútbol.