La experiencia de Marisol con las drogas fue siempre un coqueteo sin clímax, excepto en una ocasión.

Con la marihuana le daban paranoias absurdas y le provocaba insomnio, con el hachís le entraba tal apetito que lo descartó por miedo a engordar, y la cocaína la situaba en tal estado de excitación que probó media docena de veces y dijo que con su speed natural le valía. Su experiencia con el éxtasis fue rocambolesca. Una noche de verano en Pachá se peleó con una gogó negra más larga que un día sin pan*. El objeto de la lucha, después de bailar como una posesa, fue un cojín plateado sobre el que se sentó en la zona junto al vip en la que se había instalado con Carmen. Pero la gogó pronto reclamó su asiento.

-Estiró del cojín para arrebatármelo, contaba Marisol, pero peleé por él y vencí. Me insultó en un idioma ininteligible, le saqué la lengua y corrió meneando la cola como una lagartija.

Infalible, porque la lengua de Marisol tenía fama de ser la más larga jamás vista, con la punta alcanzaba el entrecejo, la garganta y casi las orejas, y el verdadero misterio era cómo le encajaba dentro de la boca. La pobre gogó pensaría que era un 'alien' rosado a punto de engullirla.

Diez minutos más tarde llegó el domador de 'aliens', un tipo de 4 metros en todas las dimensiones, que las echó de la zona con una frase inolvidable:

-¿Están contratadas? No, ¿verdad?, pues largo de aquí, esto es zona de exhibición.

-Oiga, ¿Cuánto cuesta el cojín? Me lo llevo, se encaró Marisol.

El hombre inmenso intentaba arrebatárselo por las buenas o por las malas.

-Si me tocas estás listo, capullo, amenazó de repente. Dormirás entre rejas, añadió blandiendo el índice izquierdo.

El gigante soltó una carcajada acorde con su tamaño, un momento de debilidad que Marisol aprovechó para saltar la catenaria y salir corriendo. El hombre detrás, Carmen detrás del hombre y la gogó detrás de Carmen. Las dos amigas se escabulleron y con whatsapps se citaron en la salida. Una vez allí, Marisol miró a uno de los porteros y con el cojín bajo el brazo le preguntó:

-Oye, ¿tú sabes cuánto cuesta esto? Porque he pensado que me lo voy a comprar.

-¿El qué?, preguntó él.

-Pachá, ¿qué va a ser?

No esperó respuesta, le sacó la lengua y juntas corrieron hasta un taxi que las llevó a la casa en que se alojaban, en es Canar. Carmen todo el camino tuvo la sensación de que las seguía otro coche.

Al día siguiente, Marisol irrumpió como un tornado en la cocina.

-Me duele todo y me estalla la cabeza, dijo. Creo que anoche en algún momento nos colaron éxtasis porque recuerdo que no podía parar de bailar y tengo una nebulosa de situaciones extrañas.

Carmen dijo mientras sacaba del horno un bizcocho:

-En tu nebulosa querías comprar Pachá.

-Por cierto, en mi cama hay un hombre muy grande y tengo la sensación de habérmelo pasado muy bien, comentó Marisol.

Fueron a mirar y ahí estaba en todo su esplendor el hombre 4x4 de Pachá abrazado a un cojín plateado.

Estuvieron juntos todo el verano, él, Marisol y el cojín. Nunca se sabe por dónde va a surgir el amor. Porque fue amor, ambos lo llamaron así.