Como era de esperarse, con la desescalada iniciada ya en diferentes países alrededor del mundo, se ha activado la propagación de un virus aún más letal que el Covid-19 al que según las estadísticas mundiales le atribuyen 5,4 millones de personas infectadas aproximadamente (esto sin contar a todos aquellos que por diversas razones no han sido diagnosticados) y un total aproximado también de más de 345.000 fallecidos, con el paso de los días y los meses han ido descubriendo prestigiosos investigadores mayor número de síntomas, niveles de afectación al organismo, grado de agresividad en sectores de la población puntuales, etc., sin embargo, toda esta cascada de información a la que hemos tenido acceso y aunado a la reacción ventajosa y poco honorable de algunos políticos que no tienen el mínimo decoro de ocultar el grado de contaminación que poseen del virus del que hablo, anteponiendo intereses personales, de partido o de corriente ideológica y que pareciera que han sido elegidos por el voto popular para custodiar las grandes fortunas de los empresarios, antes que de la seguridad y bienestar de la población más vulnerable.

En todo este tiempo, hemos sido testigos de los 'grandes debates' y cuestionamientos que se han hecho a la gestión de la crisis sanitaria por parte del gobierno; de igual manera sabemos las historias de las personas que por su trabajo y vocación han estado en primera línea para combatir al virus y que muchos de ellos perdieron la batalla pagando con sus vidas o la de algún ser querido y por eso, como 'agradecimiento' los balcones de todas la ciudades se han llenado de gente para 'aplaudirles', gesto cargado de poca honestidad, ya que ahora que son ellos los que necesitan de nuestra colaboración y de sentir que todo lo que han hecho ha valido la pena, haber soportado nuestra angustia cuando sentimos que podíamos habernos contagiado, las reacciones violentas en su contra porque «ellos llevaban el virus cerca de nosotros», pedirles que nos mantuvieran informados del estado de salud de nuestros seres queridos cuando quizá ellos mismos desconocían el de los suyos; y bueno muchas más situaciones que se podrían poner de ejemplo; y al parecer los que estuvimos a tiempo confinados nos libramos de contraer la 'enfermedad' pero no nos libramos del brote del virus de la inconciencia social que se iba gestando en el interior de muchos y que ya desde antes de iniciada la desescalada hizo que algunos gritaran e incluso hicieran protestas multitudinarias 'cuidando de las medidas de distanciamiento social' en promedio de 15 a 20 centímetros entre unos y otros, proclamando 'libertad', estrés por no salir a tomar una copa en los bares, 'morir' por ir a la playa?. y demás 'muestras de solidaridad', estoy convencida que a lo largo de la historia de la humanidad este virus 'inconciencia social' es el que mayor daño causa y más muertes lleva a las espaldas, afectando de manera sigilosa e invasiva el territorio de los valores y principios que de perderlos podrían ponernos en el número 1 en la lista de las especies en peligro de extinción.