El Hoy celebramos la festividad de la Ascensión de Jesús a los cielos. Antiguamente esta fiesta se celebraba el jueves pasado, esos tres jueves que lucen más el que sol, Jueves Santo, Corpus y la Ascensión. Esa promesa de Jesús a sus Apóstoles de que no les dejaría solos. ¡Que importante es en la vida no sentirse solo! Lo hemos podido comprobar durante estos meses pasados. «No os dejaré huerfanos» (Jn 14,18), os enviaré la fuerza del Espíritu Santo dice Jesús en su discurso de despedida.

Esa fuerza sanadora que nos hace ver la realidad como un todo. Leía ayer una entrevista a la cantante Elena Iturrieta que afirmaba entre otras cosas: «Hace tiempo que quiero ver la vida que me rodea como un todo». Venían a mi memoria las palabras del Papa Francisco tan repetidas «todo está conectado» que afirma en su encíclica 'Laudato Si' (n. 138), en la que nos recuerda la necesidad de cuidar de la naturaleza, por que nuestros actos, todos, afectan a nuestro alrededor.

Si no somos capaces de darnos cuenta de que «todo está conectado», posiblemente no hayamos aprendido nada de todo lo que nos han hecho sufrir los acontecimientos que hemos vivido estos últimos meses. «Pensar de manera individual no nos ayuda a avanzar, así no se ayuda a nadie, ni a ti mismo, así solo hacemos que todo empeore», afirma Iturrieta, y realmente es así. Los sanitarios han dado un claro ejemplo de superación de si mismos. Han sabido dar una respuesta a las necesidades sin mirarse tan solo a si mismos. Solo les ha importado lo más esencial, salvar vidas.

Una profunda reflexión nos deja la artista Iturrieta. «Debemos dejar de pensar en lo material, lo superficial y focalizar en las cosas que verdaderamente importan. No pensar solo en hoy, sino en el mañana de todos».

Es una afirmación muy clara, pero a la vez, lo primero que nos dicen que para poder salir de la crisis que ha provocado el Covid-19, es que tenemos que volver a poner nuestra atención en lo material, en consumir, en poner de nuevo en marcha una economía que mata, una economía que excluye y que deja atrás a los más débiles y vulnerables.

Estoy seguro de que otro sistema económico que no destruya a la persona y a la naturaleza es posible, una economía respetuosa que nos lleva a vivir más en armonía entre lo que somos y lo que estamos llamados a ser.