Como cada año, estamos ante el 8 de marzo, la fecha anual en la que miles de ciudadanos, hombres y mujeres, nos manifestamos públicamente por la igualdad de género. Este año ONU Mujeres (la agencia de Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres) propone el lema 'Soy de la generación de la igualdad: por los derechos de las mujeres', un lema que además conmemora los 25 años de la Conferencia de Pekín, que supuso un punto de inflexión en la agenda feminista internacional.

El 8 de marzo de los últimos años hemos salido a la calle de forma masiva y este año lo tenemos que hacer aún con más fuerza ante la amenaza que la ultraderecha supone para las políticas de género. Estamos ante una amenaza real a los derechos de las mujeres y por ello ha de tener una clara respuesta en la calle. Ni un paso atrás.

En este país hemos avanzado en la igualdad en los últimos años gracias a las leyes que nos han tendido la mano, como la Ley Orgánica 31/2007, que viene del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. En este tiempo, también ha habido organizaciones políticas que han impulsado medidas de corrección, como la paridad en órganos internos y en gobiernos, desde el gobierno del Estado de la nación hasta el más pequeño de los ayuntamientos. Y debemos seguir progresando.

El feminismo, sin aquellas primeras mujeres rebeldes, huelguistas, valientes, luchadoras, contestatarias, madres, compañeras y también guerrilleras irreverentes no habría avanzado. Así, es un buen momento para agradecer ese esfuerzo a todas las feministas y a todas las compañeras socialistas, especialmente a las que han trabajado en todas las políticas de igualdad.

Pero hoy, si reflexionamos, nuestra sociedad es cada vez más desigual. Lo dicen todos los indicadores sociales: desde la crisis económica, las diferencias salariales se han arraigado en muchos ámbitos y es por ello que medidas progresistas como el aumento del salario mínimo interprofesional sólo deben recibirse como una espléndida noticia. Debemos seguir en ese camino, usando la ley y desarrollándola en todos los ámbitos, de forma literal y transversal, para contribuir al desarrollo económico, al aumento de empleo, a romper los techos de cristal, a combatir la violencia machista, la violencia sexual y avanzar también en la conciliación familiar.

Además, hay que tener una especial consideración con los supuestos de doble discriminación y las singulares dificultades en que se encuentran las mujeres que presentan especial vulnerabilidad, como son las que pertenecen a minorías, las mujeres migrantes y las mujeres con discapacidad.

Por estos motivos debemos seguir avanzando por una igualdad real de salarios por el mismo trabajo realizado; por una igualdad real de representación en todos los ámbitos, públicos y privados; por una igualdad real en el ejercicio diario de la vida, sin miedo a las etiquetas, sin miedo a la marginación o explotación por sexo; por una igualdad real en la educación, la madre de todas las igualdades y por una igualdad real sin violencia de género.

Porque el feminismo es empoderamiento y porque el feminismo es socialismo, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, hay mucho que celebrar y aún mucho que ganar.