El decreto del Govern para poner coto al turismo de borrachera en diversos puntos de Balears (el Arenal, Magaluf y el centro de Sant Antoni) presentado esta semana incluye la prohibición de las excursiones etílicas, la barra libre, las happy hours (horas en las que el alcohol es más barato) o la venta de alcohol en comercios por la noche, entre otras medidas. El objetivo de esta normativa pionera es acabar con un tipo de turismo -y poner límites a los negocios que lo promueven- que perjudica de forma notable a los demás empresarios, a los vecinos, y en general al propio destino turístico, cuya imagen se ve muy deteriorada.

Los lamentables sucesos relacionados con este tipo de diversión ligada a la ingesta sin control de bebidas alcohólicas y al desfase como único objetivo se han convertido en habituales cada temporada: caídas (voluntarias o accidentales) desde los balcones de establecimientos hoteleros o apartamentos de jóvenes borrachos o drogados que pierden la vida o quedan malheridos, muertes absurdas de turistas ahogados en el mar o accidentados de diversas formas por sus excesos con el alcohol, agresiones sexuales, vandalismo... El turismo de borrachera, incívico por definición, atenta contra la buena convivencia, colapsa la sanidad pública, sobrecarga a los cuerpos policiales, ahuyenta a muchos otros turistas (no solo familias, también jóvenes que buscan divertirse sin desfasar) y solo beneficia a unos pocos empresarios. Provoca unas consecuencias nefastas que era necesario atajar desde hace mucho tiempo.

El decreto ha entrado en vigor con tiempo suficiente para darlo a conocer antes de que comience la temporada, en especial a los negocios directamente afectados: bodegas, bares y otros establecimientos de las áreas delimitadas (en la isla de Ibiza, solo una zona del casco urbano de Sant Antoni en torno al West End). Cabe recordar que, dentro del sector del ocio nocturno de la isla, los negocios basados en promover la borrachera sin control son una minoría, desaprobada y censurada por el resto. La Federación Hotelera de las Pitiusas ha aplaudido esta lucha contra el turismo de excesos. El balconing estará prohibido en todo Balears y los hoteles podrán expulsar al cliente que lo practique, que también será multado, al igual que el establecimiento que lo permita.

En cualquier caso, será necesario estar alerta para evitar que los negocios que viven del turismo de borrachera se instalen en otras zonas donde no estén vigentes las nuevas medidas, pues el objetivo no es trasladar el problema a otro lugar, sino acabar con él.

El decreto prevé multas hasta de 600.000 euros y el cierre del establecimiento entre uno y tres años. Esta temporada el reto será conseguir que el decreto se cumpla, para lo que será preciso realizar una exhaustiva labor de inspección y sancionar a los infractores, pues no será fácil erradicar esas malas prácticas que tan buen negocio han sido para algunos durante muchos años, en los que el descontrol y el desmadre parecía que eran el peaje que debíamos pagar con resignación por ser un boyante destino turístico. Ya era hora de que se produjera una intervención decidida para acabar con este turismo de excesos, un lastre que empaña y obstaculiza la mejora de un destino como Sant Antoni, cuyos vecinos y empresarios soportan de forma injusta la mala imagen del turismo de borrachera y descontrol que han cultivado unos negocios cuya única preocupación es incrementar sus beneficios, sin importarles a qué precio ni sus letales consecuencias.

DIARIO de IBIZA