Nadie podrá decir que el Govern no es rumboso con las 'dietas', si son para los suyos. 22.000 euros anuales para compensar el cambio de residencia de los altos cargos nombrados a dedo. 1.800 de sobresueldo al mes. Más de los que ganan muchas familias de las islas y muy lejos de los 14,35 que reciben al día los enfermos y sus acompañantes obligados a desplazarse a Palma, y comer de bocadillo, o de los 600 al año de las ayudas de la conselleria de Educación para los jóvenes que estudian fuera y que, para más inri, son incompatibles con las del Consell de Ibiza, no vaya a ser que con «tanto dinero» el universitario se monte piso. Gracias a la generosidad del Pacto por nuestros impuestos, seis de los enchufados de Podemos, ese partido que vino a cambiar la vida de las personas, pero de la familia y allegados, y es incapaz de frenar el desahucio de un menor discapacitado, están cobrando hoy más que la propia Armengol. Felicidades, pues. Han entrado en el Govern y el «ahora nos toca a nosotros» por la puerta grande. Les concedo sin embargo que no son una excepción. Desde el Congreso y sus escandalosas prebendas, con grises diputadas que superan en su retribución al mismo Sánchez, hasta la alegría con que cualquier cargo de medio pelo tira de tarjeta oficial en instituciones o institutos públicos el expolio sigue siendo norma en este país. Pero no pidan que me los crea cuando me cuenten que su prioridad son los más necesitados. Lo son sus intereses partidistas. Y si a este derroche del dinero de todos no le podemos llamar corrupción es únicamente porque políticos como ustedes han votado a mano alzada para que sólo se les pueda acusar de desvergüenza.