Ardiendo. O como dirían ahora muchos, on fire. Así estaba ayer a primera hora de la mañana un grupo de whatsapp en el que animalistas de la isla alertaban de que podencos a cargo del Ayuntamiento de Sant Josep y acogidos en Can Dog se trasladaban a Mallorca, a un centro de Natura Parc. Las más de 200 personas del grupo (in crescendo a lo largo de la jornada) ponían el grito en la pantalla ya que dudaban que la supuesta mejor vida a la que iban a pasar los pobres animales no era, precisamente, la literal sino la metafórica. En otras palabras, que mucho se temían que lejos de ir a un espacio mejor con más posibilidades de encontrar un hogar donde les quieran y les mimen, a donde les llevaban era al matadero, algo que negaba el Consistorio, que no se ha preocupado por crear un auténtico centro de recuperación animal. Cientos de personas clamando en whatsapp. Atizando el fuego. Animando a la movilización e, incluso, a poner contenedores en la carretera para cortarla y tratar de impedir el traslado de los animales. ¿Y en la puerta de Can Dog? Menos de veinte personas. Y algunos simpáticos congéneres de los podencos, que acompañaron a sus amos a la protesta y dieron el callo, perdón, la almohadilla, por los diez podencos. Pero en las redes, tropecientos. Qué fácil es ser activista de sofá.