Trabajadores pobres que se quedan sin apenas dinero después de pagar la vivienda a principios de mes. El informe Foessa Balears alerta sobre cómo el prohibitivo precio de la vivienda en Ibiza aboca a la exclusión social a personas que tienen un empleo y un sueldo fijo. Muchas acuden a Cáritas para pedir ayuda, o alimentos, mientras los responsables de esta entidad se llevan las manos a la cabeza y se escandalizan, y tratan de que los ciudadanos compartamos su indignación para poner soluciones a esta situación de una vez. Porque hace unos años, los pobres de Ibiza tenían otro perfil, y ahora esta bolsa de gente que hace equilibrios en el umbral de la pobreza incluye a personas con empleo, algo que no nos podíamos ni imaginar en esta isla tan «próspera». Mientras en Cáritas siguen clamando en el desierto, los partidos se alternan en los diferentes gobiernos y, en la práctica, nada cambia. El mercado del alquiler en la isla sigue dirigido por la especulación y la codicia, con unas consecuencias terribles para numerosas personas. Hace varios años que Cáritas alerta de que la desigualdad en Ibiza está aumentando: «Los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres», resume el coordinador de la entidad en la isla, Gustavo Gómez. Una realidad que nos debería avergonzar.