Septiembre, a pesar de lluvias y temporales, siempre ha sido un mes de reajustes. Los efectos de la marabunta turística comienzan a diluirse y cierta atmósfera de tranquilidad se asoma tímidamente. La isla oscila otra vez hacia el residente y le otorga el protagonismo hurtado en julio y agosto. La Ibiza cultural, sumida en un estado de letargo, se despereza y vuelve a regalarnos jornadas memorables. Lo vivimos hace unos días en el festival Eivissa Jazz y de nuevo el pasado fin de semana, con la celebración de la II Mostra de Blues de Sant Josep, que ha hecho feliz a mucha gente.

Durante estos días, la localidad se ha llenado de conciertos en los que han participado tanto músicos de la isla como grupos y solistas de fuera. Ha habido actuaciones en el Centro de Cultura Can Jeroni, pero también en terrazas y bares, y se ha generado un ambiente festivo, apacible y sin estridencias, en el que la música ha adquirido todo el protagonismo.

Aunque se han producido actuaciones memorables que han arrancado salvas de aplausos, lo mejor de este encuentro ha sido la convivencia entre artistas pitiusos, músicos llegados de fuera y los propios aficionados. Durante los conciertos, cada uno ha ocupado su lugar; el público en sus butacas y los artistas sobre el escenario. Sin embargo, entre concierto y concierto, han continuado juntos en los bares, donde se ha hablado de música y compartido experiencias y conocimiento.

Si el viernes el público disfrutó del ritmazo del grupo catalán Wax & Boogie, el sábado se emocionó con dos talentos únicos que han actuado en escenarios de medio mundo: Hernán Senra, virtuoso guitarrista más conocido por su nombre artístico 'Chino Swingslide', y Cristian Poyo, 'Mr. Chicken Fingers', magnífico pianista de blues. Ambos argentinos, establecidos en Barcelona y consagrados a la formación de nuevas generaciones de músicos.

Chino también ofreció una masterclass de guitarra ante un público compuesto mayoritariamente por músicos. Su charla, guitarra en mano, aportó a los asistentes innumerables consejos sobre interpretación y técnica, pero sobre todo fue una lección de vida. Chino dejó Argentina al alcanzar la mayoría de edad y pasó un lustro viajando por Europa, tocando en la calle, buscándose la vida con las propinas y definiendo y mejorando su particular estilo mediante la convivencia con otros músicos. Luego se estableció en Barcelona y, hoy por hoy, es uno de los pocos músicos de blues con espectáculo prácticamente a diario. Chino apostó por la autenticidad y el corazón, antes que por la técnica y el virtuosismo. El mundo está lleno de virtuosos que no emocionan a nadie, dijo, destilando la esencia de la genialidad.

La charla siguió después en la calle y ambos artistas, entre improvisados bluses, tangos y rancheras en acústico, desvelaron lo dura que sigue siendo la existencia del músico y las dificultades que entraña sobrevivir en una industria a la que, como el periodismo y tantas otras, se le ha dado la vuelta como un calcetín por la aparición de Internet y los formatos digitales.

Estos días aún siguen apareciendo por los bares, donde se encuentran con los músicos de aquí, a los que acompañan sobre el escenario cada vez que se les requiere, con disposición y generosidad. Así ocurrió también en la jam session del domingo en la plaza de la iglesia, tras la actuación de Bluesmafia i es Saligardos. Todos los músicos que estos días han compartido conciertos, tertulias y confidencias, acabaron juntos sobre el escenario. Hoy, Chino, ya en solitario, le pone la guinda al festival en Racó Verd y mañana repite en Can Jordi.

A menudo nos quedamos cortos y no reconocemos suficientemente el mérito de quien hace bien las cosas. Esta vez hay que dar las gracias a todos los músicos que han participado por los buenos ratos que nos han hecho pasar, con especial énfasis sobre estos dos argentinos formidables, a los técnicos -que no han parado-, y a los locales que se han sumado y que siguen apostando por la música en vivo. Y, por supuesto, subrayar la iniciativa y el esfuerzo del Ayuntamiento y, muy especialmente, de todos los que lo han hecho realidad, con Miquel Prats a la cabeza.

Lo mejor de todo es que en Ibiza la música en vivo sigue sonando. Esta misma semana se puede disfrutar en Sant Jordi del Back To School Festival, con un cartel muy apetecible, y otros muchos llegarán en otoño e invierno, como el Rock Island Festival de Sant Antoni. Todos conjugan artistas de fuera con grupos locales y fomentan esta convivencia entre artistas, generando valiosas conexiones. A pesar de todo, se viven buenos tiempos para la cultura musical en la isla. Cabe esperar que las instituciones y los establecimientos sigan apostando por ello.