La tormenta de ayer, más de 50 litros en la Mola en apenas dos horas y lo que siguió después, nos vino a salvar de una «pertinaz sequía» que duraba desde el mes de abril (en ese mes cayó la última gota) El sol de hoy permitirá ver una isla diferente a la que era antesdeayer o la semana pasada. Esta mañana el verde es verde (no amarronado como hace dos días) el ocre de los campos es ocre brillante, no afeado por el polvo o quemado por un sol abrasador. La belleza cromática de la que presumimos en Formentera ha retomado todo su esplendor. Nos hemos quitado en un solo día el pesimismo de una mala cosecha y de ¿qué va a pasar si esto no cambia? Y es que la «pertinaz sequía» sigue siendo la excusa perfecta para una mala cosecha. Durante la dictadura allanaba el conformismo (a la fuerza) de los españoles frente a una hambruna salida de una posguerra sin nada que llevarse a la boca. Ahora seguimos «sometidos» por un cambio climático que nos aboca o a la «pertinaz sequía» o las catástrofes naturales que últimamente no son pocas. Por si no fuera poco resulta que la balsa de riego, procedente de la depuradora, está entre seca y salinizada de más. Tanto es así que la comunidad de regentes aconsejó «no regar» con su agua. A perro flaco todo son pulgas. Hace unos días el responsable de la Cooperativa del Camp nos hablaba de una merma en la cosecha, de unas dos mil balas de paja menos que el año pasado. Desconozco si eso revierte en una gravedad del conjunto del campo y la ganadería en nuestra isla. Pero sí que es preocupante (porque a lo mejor estaba en nuestras manos preverlo) la salinidad del agua de riego. Ahí, técnicos y políticos (de las administraciones que correspondan) deben dar respuesta adecuada para que este tema se resuelva a corto plazo. Los 150 metros cúbicos diarios de agua en condiciones que se acaba de inventar la conselleria de Agricultura del Govern balear; es, permítanme, un nuevo parche. Cuando estamos hablando de productos kilómetro cero como añadido a los atractivos de Formentera no podemos decirles a los payeses «miren ustedes, no rieguen con el agua de la balsa». Formentera tiene la inmensa suerte de contar con personas que mantienen una tierra (la de sus antepasados) para mejorar productos autóctonos que han sido base de la alimentación cuando no éramos «turismo dependientes».