Leemos estos días en las páginas informativas las constituciones de los nuevos ayuntamientos, consejerías y gobiernos autonómicos y trae a la memoria aquellos, ya lejanos, primeros días de colegio empapados en colonia, con zapatos nuevos, estuche resplandeciente y la angustia en el cuerpo por ser el primer día de un nuevo curso.

Y podemos suponer que una vez pasada la fase de preacuerdos, acuerdos, convenios y componendas los agentes políticos están untados de verde esperanza de cara a la realización de los proyectos que manifestaron y prometieron en sus programas. Ya están apoltronados, ya no suspiran por ese escaño, sillón o trono objetivo de tantas noches de desvelo y pesadilla, ya es suyo, ahora es tiempo de la tranquilidad de la legislatura, el buen trato, el señorío y a ver qué pasa, o a verlas pasar que viene a ser lo mismo.

Y lo primero de que nos enteramos, una vez incrustados en su lugar de cometido es que tanto el grupo mandante como aquellos que forman parte de la oposición mas vivaz y fogosa acuerdan por unanimidad subirse el sueldo. ¡Estupendo! La primera en la frente. Lo hemos visto en Santa Eulària, en Vila y en Cort en Mallorca pero las cadenas de televisión también han dado varios ejemplos de esa práctica en diferentes municipios de la península. Deberíamos recordar que al comienzo de la anterior legislatura, ya hicieron lo mismo. Y la anterior también. Y no es poco lo que se aumentan de salario, en Santa Eulària nada menos que un 17% para cada uno. Café para todos y así todos contentos. ¿Cuál es la diferencia en el coste de la vida con los anteriores regidores?, ¿tanto ha subido el nivel de vida en dos meses? Cruda diferencia con los aumentos de salario de los trabajadores que, tras largas discusiones con la patronal, al fin consiguen un escuálido 1.5 ó 2 % de incremento. Hoy hemos escuchado las quejas de un sector de la sanidad pitiusa sobre la carestía de salarios y el irrisorio precio de una hora de guardia en un servicio de Urgencias.

Pero esta gente se sube el sueldo cada cuatro años justificando su dedicación exclusiva y el número de horas que debe permanecer en el Consistorio, pero ¿usted no se había presentado a político?, ¿la política no es un servicio público?, ¿qué pensaba, acudir a los plenos, votar y a casa?, ¿no se leyó la letra pequeña del contrato de servicio público?

Se debe usted a la comunidad que representa que es la que le ha puesto en ese lugar, aunque hoy en día eso es también relativo ya que no gobierna quien gana elecciones sino quien más cargos reparte, pero su jornada, su riesgo, su permanencia va implícito en su categoría de persona política, de hombre público encargado y obligado a generar el mayor bienestar a su comunidad. Por eso le digo que parece bonito estar en un cónclave consistorial o gubernamental, pero es atún lo que se da a entender con los actos y circunstancias que salen a la luz en las primeras horas de los mandatos.

En fin, si se han subido sus salarios de manera morrocotuda en un apaño de amiguetes, esperemos que dentro de cuatro años no nos quede más remedio que admitir y proclamar que ustedes se lo merecían que su trabajo ha sido espectacular que han conseguido una comunidad feliz y todo al coste más eficiente. Entonces el atún se convertirá en bonito.