Erase una vez, quizás un 2 de junio, caminando por Sant Ferran a poco más de las diez (ni siquiera era la hora bruja) te tropiezas y no por casualidad con las figuras (figuradas, claro) de Lole y Manuel que despachan arte en Triana, la que mira de reojo por si la Maestranza se pierde en la otra orilla. O con un Camarón, sin Paco, buscando su agua perdida. Aunque acaba encontrándola en la flauta travesera de un siciliano con patente sevillana y afincado en la granada de García Lorca. También el poeta que por aquello de no saber donde estoy acaba prestando letra a unos muleros que suenan en Sa Panxa en la voz quebrada y tabaquera de un tal Albert Cases, un catalán salido de una Feria de Abril en Barcelona. Cuando piensas que todo se termina en la inspiración del Cigala. Aparece entre bambalinas un Carlos Gardel con aires de bulería para darle ritmo aflamencado al tango de La Pera, porque en esto del arte «veinte años no son nada». El genio de la Costanera porteña se queda pensativo tratando de preguntarle con la mirada al genio de la guitarra si ese «volver» que uno se imagina paseando por Caminito puede trasportarse desde la Boca a una Formentera donde los sones los ponen esos 3+3 que despertaron al duende de la cultura flamenca, aunque ninguno sea nacido en el Jerez gitano. Magia, pura magia bajo las estrellas de un junio que se advierte caluroso y con ganas de profundizar en las esencias de un flamenco entre puro y creativo. En esas estábamos cuando aparece (estaba más que preparado por Giacomo) el primero del +3? desenfunda la guitarra y a uno se le antoja que tiene hechuras de un Juan Habichuela (otro de esos personajes del flamenco de ayer que se dejaron caer un 2 de junio, creo, por Sa Panxa).

Y empieza eso que ahora se llama 'fusión' y que no es otra cosa que la interpretación libre de músicas que fueron y seguirán siendo. Luego sale de entre el público (también lo sabía el 'savio') un 'Eric Clapton' aflamencado (rubio como él solo) y ahí se armó la 'marimorena'. Que si tú a la guitarra eléctrica, que si yo a la clásica, que si el siciliano de la flauta. Y en esas que se anima un percusionista que también pasaba por allí y música y cante se trasforman en cultura. Gràcies, Giacomo.