Estoy enamorada del papel. Me gusta su olor, su presencia, su tacto. Escuchar la voz de un autor parece casi un milagro. Lo único que falla en el papel es que no es comestible.

Imaginad si después de leer un libro ó un periódico uno pudiera cortar un trocito y mojarlo en el café. Acabaríamos de golpe con el hambre en el mundo.

He decidido ir desvinculándome poco a poco del Facebook.

Me inscribí hace más de diez años y he creado contenidos casi a diario pero la realidad es que he terminado cayendo en el desánimo.

La decisión de alejarme se debe a varios factores.

El peso del Brexit catalán ha provocado ciertos estragos en mis estadísticas.

Todos somos víctimas de una situación mal resuelta que no hace más que complicarse. Sobre todo los que vivimos en Cataluña y tenemos que lidiar a menudo con posiciones encontradas.

Me opuse a pertenecer a un bando u a otro y en seguida noté cómo algunos de mis seguidores desaparecían.

Para mí no hay malos o buenos patriotas o no patriotas sino personas con miradas distintas de un mismo problema y que deben, necesariamente y por el bien del país, ponerse de acuerdo.

A través de mis escritos apostaba por el diálogo y la reconciliación por encima de las distintas ideologías pero la mayoría está terriblemente afectada por la incertidumbre de la situación y ó se esconde, ó sólo se identifica con discursos radicales.

Me percaté de que en Facebook la gente quiere leer lo que no se atreve a decir.

Lo vi claro en los últimos tiempos, y esta es otra de las razones por las que he decidido alejarme. No quiero conformarme con escribir lo que los demás esperan.

Sin cierta libertad para escribir preferiría dedicarme a otra cosa.

De hecho, no descarto hacerlo si no logro ser fiel a mí misma.

¿Qué credibilidad tendría mi voz si no lo fuera?

Mi decepción fue completa al comprobar el poco valor que, en definitiva, recibía mi capacidad intelectual. Y lo digo con la máxima humildad, no es que yo sea nada del otro mundo. Pero si queremos una sociedad igualitaria todos deberíamos valorar más el trabajo de una mujer que su apariencia física.

Me encanta la fotografía y por un tiempo he ido alternando en mi muro artículos y fotografías a ver si lograba que se potenciaran mutuamente. Pero la realidad es que no he conseguido hacerme valer como autora. Eso sí, he recibido un sinfín de piropos que por supuesto también agradezco en el alma pero no he logrado que la gente me lea que era lo que en realidad yo quería. Así que me tomaré un tiempo.

No quiero precipitarme a decir que es algo definitivo. La vida continúa y no sería la primera en dejarlo y volver.

Tampoco recuerdo cuando ni cómo se produjo la escisión entre el mundo real y el mundo on line. Pero a veces desearía que no se hubiera producido nunca.

Hoy día podemos estar físicamente muertos y en cambio mantener nuestras redes activas. O morir en redes y sentirnos más vivos que nunca.

Tal vez llega un momento en que para no volverse loco uno tiene que elegir dónde prefiere pasar el tiempo.